Comer, beber y comprar. A eso se dedicaron ayer principalmente las miles de personas que visitaron el Mercado Medieval de las Tres Culturas instalado en la ciudad monumental de Cáceres. El buen tiempo se alió con la organización y la afluencia de público fue incesante a lo largo de toda la jornada, lo que hizo que gran parte de las instalaciones mantuviera un horario ininterrumpido.

La artesanía y los sabores del mundo fueron un día más la gran atracción. La oferta es tan numerosa como variada, desde fósiles de Marruecos a tapices de Paquistán, hierbas curativas, piedras con poderes, adivinadores, o quesos y dulces gallegos, salchichón de pato o toro, falafel, shawarma... Pero además de los puestos, la ambientación callejera contribuyó a recrear la vida de hace cinco siglos.

AMBIENTACION CALLEJERA Una boda medieval era ayer el plato fuerte de las escenificaciones, aunque se retrasó dos horas. También la de una familia de pícaros de la época, que al cierre de esta edición preveía ilustrar al público con un parto medieval en vivo. Continuaron las rutas guiadas por la ciudad, los cuentacuentos y talleres de malabares para los más pequeños y de danzas árabes para los adultos.

La programación tuvo algo descolocado al público, ya que ninguna de las actividades previstas tenían fijado el lugar de celebración, solo la hora, lo que obligaba a los visitantes a preguntar entre los artesanos y vendedores, aunque en general desconocían el lugar de celebración.

Los maravedíes especialmente acuñados para el mercado circularon poco. Un maravedí se cambia por un euro y es dinero válido para comprar dentro del recinto. Sin embargo, algunos artesanos no estaban advertidos los primeros días de esta iniciativa, lo que llevó a más de uno malentendido. Aún así, la mayoría de los visitantes compraron maravedíes como recuerdo.

También hubo algunas quejas de los vendedores instalados en la judería y la calle Pereros. Esta zona, más apartada del eje de la ciudad monumental, atrae a menos visitantes y un grupo de vendedores expresaron su malestar por la ubicación. Alguno de los afectados, se opusieron incluso a pagar a la organización por la instalación del puesto. "No he ganado todavía ni para cubrir gastos", aseguraba una de las artesanas de esta vía. "Podían haberlo organizado mejor en las plazas para que entráramos todos, esta zona no tiene la misma gente", añadió otro compañero.

Al margen de los pequeños contratiempos, el sábado de mercado transcurrió sin incidentes.