Antes de la guerra, Edmundo Cordero, un empresario pionero que tenía vacas de leche y que fundó la Central Lechera de la avenida de Alemania (que fue un fracaso porque la cooperativa, de la que también formó parte Domingo Martín-Javato, no funcionó), montó un bar en la calle Sánchez Garrido (la del Adarve) que se llamaba La Sultana. Edmundo era, a su vez, abastecedor del Círculo de Artesanos, que estaba en la plaza Mayor y al que acudía la clase media de la capital.

Un día le pidieron a Edmundo que organizara una boda muy grande porque se casaba una de la familia de Las Herederas, que era una familia de Cáceres de la que se decía que había recibido una herencia y que solo podrían disfrutar de ella en vida. Así que Edmundo, en vista de que El Artesano se quedaba pequeño, echó un vistazo por la plaza del Doctor Durán (que en sus orígenes también se llamó del Sol) y topó con el Palacio del Marqués de Monroy, que es la sede actual de la Cámara de Comercio.

En el siglo XIX el Palacio del Marqués de Monroy albergó una posada y luego la Delegación de Hacienda. Edmundo encontró ese palacio vacío, habló con la propiedad y allí organizó la boda de Las Herederas, que fue un exitazo. La casa, situada junto a la hojalatería y la pescadería de Jaime Zaragoza (hoy de los Salgado), tenía unos salones preciosos y un patio alucinante, así que Edmundo decidió establecer allí su negocio y bautizarlo con el nombre de El Mercantil. Era 25 de enero de 1931.

Estando allí, Edmundo, que era muy emprendedor, subarrendó al Ateneo una parte de aquella casa, pensó que el Ateneo era bueno para Cáceres y para el movimiento cultural de la ciudad. Pero el Ateneo duró poco y en el 36, en plena contienda, se dio de baja. Más tarde, socios del Círculo de la Concordia, que entonces era el casino de mayor renombre de la ciudad, contactó con Edmundo para que le subarrendara parte de la casa. Y así lo hizo Edmundo, que se convirtió en abastecedor de La Concordia, que ahora se llama La Colina y está en el parque del Príncipe.

Así que el palacio se dividía en dos partes separadas por una cancela: la cafetería del Mercantil y el Círculo de la Concordia, donde se leía la prensa diaria y en feria se jugaba al bacarrá o cuando el gobernador lo permitía porque estaba prohibido. En La Concordia se organizaban fiestas de alto copete cuando a los 18 años las señoritas se vestían de largo. En ferias se celebraban tres bailes: la matiné, de una a tres de la tarde, el baile vespertino después de los toros para los hijos de los socios, y el de la noche, con cena y dos orquestas.

Edmundo se casó con Cipriana y tuvieron 4 hijos: Edmundo, Basilisa, Eladia y Antonio. En 1934, coincidiendo con una visita a Cáceres de Gil Robles, Edmundo y su mujer, abastecen un gran banquete, a base de langosta, que se celebra en el Gran Teatro. La familia aún recuerda aquel día porque cuando estaba todo preparado, los camareros se pusieron en huelga. "¡Esto es la ruina, esto es la ruina!" , gritaban Edmundo y Cipriana presos del disgusto en mitad de los altercados. Al final, hubo banquete.

Eladia, una de las hijas se Edmundo, se casó con Abelardo Martín, que trabajaba como dependiente en Los Muchachos, un comercio de telas de la calle Pintores que regentaba Juan García, que terminó siendo Sederías Oriente, que estaba frente a la zapatería Peña, muy cerca de Las Niñas y Las Muñecas.

Abelardo, que fue mayordomo de la Cofradía de la Virgen de la Esperanza, jugaba en el Club Deportivo Las Arenas y era amigo de Terio. Con Eladia se casó en San Juan y lo celebraron en El Mercantil, el lugar donde finalmente él entraría a trabajar. En esas estaba Abelardo cuando un día se comenta en la barra del Mercantil que unos falangistas andaban alardeando de que habían tirado a un hombre por un puente. El gobernador se enteró y fue a ver a Abelardo. "Abelardo, mira, que me han dicho que aquí se ha hablado de unos supuestos abusos cometidos por falangistas. ¿Quiénes andan diciendo esas cosas?". "No lo recuerdo, señor gobernador" , respondió Abelardo seguramente haciendo uso del secreto profesional. "Pues te vas a ir unos días al calabozo, Abelardo, para que lo recuerdes" , zanjó el gobernador.

Abelardo y Eladia (que tuvo 9 abortos) fueron padres de 4 hijos: Carlos, María Angeles, que venía con su melliza que nació muerta, y Esperanza y Abelardo, también mellizos. Abelardo se quedó con El Mercantil tras comprar las 16 porciones en que se dividía el palacio. La familia vivía en la primera planta del edificio, de habitaciones inmensas, techos altos, un salón con un brasero y un pasillo largo que llegaba a Sergio Sánchez y que había que recorrer cada noche para ir a dormir. Los sábados calentaban agua porque tocaba la ducha semanal en un cuarto de baño que tenía bañera. A diario te lavaban las manos, las rodillas y la cara, pero los sábados te bañaban porque al día siguiente ibas a misa y no podías ni ensuciarte ni pecar.

En San Juan había misas todas las medias. La primera a las 8.30. Las oficiaban don Julián, y don Manuel Vidal, bueno, y José Luis Cotallo, que daba la misa de hombres y que se llamaba así porque a ella solo iban los hombres.

Además del Mercantil, Abelardo pujaba cada año en la Obra Sindical por la caseta de la Ciudad Deportiva, que en la feria de Mayo y en la de San Miguel organizaba unos saraos de no te menees. Por El Mercantil pasaban peñas: la de Luis Nuños Beato, médico, que iba mucho con Infante, médico de garganta, Carlos Acedo, farmacéutico de Pintores, bueno, y Benedicto Arias, que era rico.

Los ovarios

Los camareros del Mercantil eran Eugenio, Ramón, (también trabajaba en el ayuntamiento), Montaña, (murió en accidente de moto), y después estaba El Penas , que era el más famoso. Le llamaban así por el latiguillo que siempre soltaba: "Ay que pena, ay que pena" . Los clientes le preguntaban: "¿Penas, has ido a misa?" . Y él respondía: "Sí claro, a las de las 7.30" , pese a que las misas empezaban una hora más tarde. El Penas se agarraba la cintura y exclamaba: "¡Ay, cómo me duelen los ovarios!" , sin saber que los hombres no tienen ovarios.

En El Mercantil, famoso por su arroz con pollo, se celebraban las bodas. Allí se casaron Luisina y Marchena, los Muriel, los Chacón... A finales de los años 70 Abelardo vendió el palacio a la Cámara de Comercio y lo hizo por tan solo 6.200.000 pesetas.

Los actos de la semana

El viernes se casaron en la concatedral de Santa María Sergio Tercero Galea, del pub Latino´s de La Madrila, y Laura Martín-Javato González, encargada de Amichi en Ruta de la Plata. La boda la ofició Juan Manuel Cuadrado. Los padrinos fueron el padre de Laura, Luis Modesto Martín-Javato, y la madre de Sergio, Petri Galea. Acudieron 400 invitados que lo celebraron en el castillo de Las Arguijuelas. La pareja disfrutará de su luna de miel en Bali.

El mundo despide al escritor José Saramago y la ciudad vive con intensidad su XXI edición del Festival de Teatro Clásico en la parte antigua mientras un mar de sombreros se rendía anoche a los encantos de El Barrio durante el concierto que ofreció en el recinto ferial.

La semana en la que Julia, madre de Eduardo Rodríguez Sanjuan, dueño del pub Teeboo, nos dijo tristemente adiós, Cáceres mira atrás y recuerda su Mercantil, con sus salones de baile, con Edmundo, su ideólogo, con Abelardo y con aquel Penas que pensaba que le dolían los ovarios cuando en realidad le dolían las lumbares.