La Orden Real de 1787 dictada por Carlos III obligó a sacar los cementerios de los núcleos urbanos por salubridad. Las sepulturas en torno a las antiguas iglesias cacereñas --Santa María, San Juan, Santiago o Espíritu Santo-- dejaron de utilizarse y en 1844 se creó el actual cementerio Nuestra Señora de la Montaña. Los primeros restos que llegaron fueron los de Juan Durán de Figueroa e Isabel Baca, trasladados desde el convento de la Concepción, desamortizado y casi en ruinas. Otras reliquias de este convento permitieron crear la capilla del camposanto, que además alberga una escultura en mármol de la Virgen de la Estrella.

El cementerio tiene 35.300 metros cuadrados, unos 18.000 nichos, 64 sarcófagos, columbarios y panteones interesantes desde el punto de vista histórico y artístico, como el de los Valhondo, Carvajal y Montenegro, Castro-Serna, condes de Canillero o marqueses de Camarena.