El traslado de la estación de ferrocarril varios kilómetros fuera de la ciudad, que contempla el PGM aprobado por el ayuntamiento, tiene otras graves implicaciones aparte de las que hemos comentado ya desde estas páginas. El ferrocarril es un medio de transporte público que debería potenciarse pero con el alejamiento previsto de la estación se ponen más trabas a su uso ya que, en lugar de dejar al viajero cerca del centro urbano, le dejará en los extrarradios de la ciudad, (cerca del Cortijo de los Arenales). No es de extrañar que ello signifique menos uso de este medio, pero también un aumento del tráfico y de los problemas consiguientes.

El traslado de la estación. Una de las causas que se han citado para justificar el traslado ha sido romper el aislamiento urbanístico de Aldea Moret, y sin duda éste es un objetivo irrenunciable, pero para ello antes que un traslado de la estación a las afueras de la ciudad podrían haberse buscado otras alternativas. Córdoba, una ciudad más ambiciosa y con más iniciativa que Cáceres, ha conseguido el soterramiento de las vías, manteniendo una estación AVE cerca del centro urbano.

Otra posible solución podría haber sido su desplazamiento a otro punto menos alejado del casco urbano, por ejemplo detrás del Cerro de los Pinos, como ha propuesto alguna asociación. Todo antes de perder el importante valor que la centralidad urbana tiene para una estación de ferrocarril y que nuestras autoridades no parecen valorar. ¿Usarán los transportes públicos?

En todo caso si se produce el traslado sería necesario que el nuevo PGM recogiese de manera clara (y no como una posibilidad como hace ahora) el establecimiento de una línea de tranvía desde el edificio de la actual estación hasta la nueva de manera que se aminorasen, en la medida de lo posible, los graves efectos negativos de la excentricidad de la nueva estación.

Unas previsiones poco reales. También hemos comentado desde estas páginas que el nuevo PGM prevé un crecimiento desmesurado de la ciudad y por lo tanto del suelo urbanizable necesario para los próximos años. Poniéndolo en cifras, se afirma que es un Plan de Urbanismo para 50 años. ¿Pero de verdad alguien cree que un Plan de Urbanismo puede planificar una ciudad para tantos años? ¿Se puede concebir que Cáceres tuviese en la actualidad en vigor un plan urbanístico elaborado en los años cincuenta del pasado siglo?

Por otro lado se afirma que estamos ante un PGM que proyecta suelo para 65.000 nuevas viviendas y una ciudad de 350.000 habitantes pero estas espectaculares, y poco creíbles, cifras no están basadas en estudios demográficos serios. Da la impresión de que las cifras tanto de previsión de viviendas como de habitantes y de años de duración se han inflado para justificar la reclasificación masiva de terrenos que parece ser en definitiva el objetivo principal de este plan.

Dicho de otra manera, el PGM parece haber comenzado la casa por el tejado: se ha fijado una cantidad excesiva de suelo para reclasificar para satisfacer a ciertos grupos de presión y para justificar tal exceso se han exagerado también las previsiones de viviendas y de años de aplicación. En vez de diseñar un Plan en beneficio de la ciudad y sus habitantes se ha diseñado un Plan que satisface a los propietarios del suelo y a ello se ha supeditado el diseño de la ciudad.

Y esta supeditación puede tener graves consecuencias negativas ya que aunque el PGM establece un sistema de prioridades para desarrollar de manera gradual el suelo urbanizable más cercano al casco urbano, también es cierto que la Ley del Suelo permite eludir esas prioridades ya que da la posibilidad a los promotores, que tengan el consentimiento de los ayuntamientos implicados, de intervenir y urbanizar de manera inmediata cualquier zona de ese suelo que se ha clasificado como urbanizable.

Como el suelo que se clasifica como urbanizable en este plan es exagerado, mucho más del que la ciudad necesita para los próximos años, si el ayuntamiento cediese a las pretensiones de los promotores, algo que no es de extrañar dado el historial conocido de este gobierno municipal (y también hay que decirlo, de los anteriores), podría ser que en unos años tuviésemos varios núcleos de población alejados del casco urbano con el siguiente coste para la ciudad en transportes públicos, recogida de residuos, dotación de servicios, infraestructuras, etcétera.

Parece obvio que un Plan de Urbanismo tendría que diseñar una ciudad sostenible, con los pies en la tierra y sin excesos, y en ningún caso dejar una puerta abierta a que se rompa el modelo de ciudad que él mismo planea. Para ello hubiera sido conveniente un PGM más ajustado a la realidad, que aunque al establecer menos suelo como urbanizable no diera satisfacción a grupos de presión, y que sin embargo planificara un crecimiento coherente y ajustado a la realidad de la ciudad, sin excesos y sin permitir la posibilidad de crear núcleos de población muy alejados del casco urbano.

En fin: recalificación sospechosa e innecesaria de la Montaña y la Sierrilla, urbanización de espacios protegidos, incoherencia a la hora de fijar los límites del suelo urbanizable, traslado de la estación de ferrocarril con graves efectos negativos, previsiones de crecimiento exageradas y poco reales que justifican una reclasificación masiva de suelo para beneficiar a propietarios del suelo, y con ello la posibilidad de que se formen núcleos de población alejados de la ciudad con graves consecuencias. Estas son las líneas de actuación que caracterizan al nuevo PGM.

Y mientras tanto el Ayuntamiento de Cáceres esperando que se apruebe cuanto antes, con el menor plazo legal de exposición pública y con el menor debate social posible. Por eso ni siquiera nos han dicho que con el nuevo PGM el Paseo Alto se va a convertir en una vía de acceso rodado a una nueva urbanización, en otro ejemplo más de la supeditación del interés general a los intereses de los promotores urbanísticos.