Hablar de transporte escolar en la capital cacereña es sinónimo, como poco, de preocupación. Preocupación para los usuarios, para los padres, para los monitores acompañantes, para las Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos, para las direcciones de los colegios... Pero quien realmente lo está pagando con su ´sangre´ (cuenta corriente) somos los empresarios de estos servicios. Los costes se han disparado; las exigencias por parte de las administraciones han aumentado y no siempre con criterios objetivos; y también se incrementa la competencia, algunas veces desleal por parte de nosotros mismos y otras veces legal. Este es el caso del transporte urbano, que registra déficits astronómicos año tras año, pero que los ciudadanos solventamos con nuestros impuestos a través de la administración local. Y mientras, nuestro sector muere irremediablemente.

*Transportista.