José Antonio Tejeda, un emeritense de 35 años, habla de su oscuro pasado como si lo hiciera del de otra persona. Ha consumido cocaína y heroína durante media vida y recuerda su historia con una sonrisa en el rostro. Es un hombre nuevo. En tratamiento terapéutico con Proyecto Hombre desde marzo del 2002, empieza a ver el final del túnel al que le llevaron las drogas. Tras perder varios trabajos, dio con sus huesos en las calles de Madrid durante dos años. "Cuando no tenía mono, me ponía de cocaína", recuerda.

Su adicción le llevó a cometer un atraco por el que fue condenado. Ahora está en libertad condicional y con una nueva vida por delante. "Estoy de lujo, estupendo. Sin mi familia hubiera sido imposible", dice.

Su opinión sobre la tolerancia social con la cocaína se basa en su experiencia: "Una persona que la toma los fines de semana no está tan mal mirada. El heroinómano es la escoria de la sociedad".