Sobre las 21.45 el equipo de voluntarios de la Cruz Roja, que realiza una labor social desinteresadamente, se prepara para otra noche recorriendo la ciudad. Buscan personas sin hogar a los que hacerles la noche más fácil ofreciéndoles mantas, café o infusiones y alimentos sólidos como galletas o magdalenas. La presente ola de frío así lo requiere.

Después de llamar a Cáritas para conocer las camas disponibles, cargan la furgoneta y arranca la noche de ruta. "Muchos prefieren dormir solos en la calle pero nosotros tenemos la obligación de preguntarles si quieren que se les aloje en algún sitio", explica Luis Miguel Salado, voluntario en esta ola de frío.

La primera parada es un portal de la vía Rodríguez Moñino. Allí pasa la noche Luis, que más que alimentos o infusiones lo que necesita es un ratito de charla, un poco de conversación que lo evada de la situación que atraviesa hace ya cinco años. "Trabajaba en la construcción y me quedé en el paro", desvela. Con 50 años, no cobra ningún tipo de ayuda y se tiene que "buscar la vida a diario para sacar alrededor de 10 euros" cada día. Reacio a los albergues y a permanecer en la misma ciudad mucho tiempo, Luis ha dado la vuelta a España varias veces. "Aquí me quedaré unos cuatro meses, no más", confiesa. A pesar de no querer compartir su día a día con nadie, ya que ha visto "sonámbulos o individuos con carácter agresivo", asegura que entre las personas sin techo hay grandes momentos de solidaridad. "Compartimos casi todo. Si yo tengo tabaco y otro compañero tiene comida al final los dos tenemos de todo", descubre.

No vive la misma situación Valentín, un chico de 27 años procedente de Rumanía que adoptó ese nombre tras llegar a Cáceres en mayo de este año. Pasa las noches solo en una caseta junto al instituto Agora y se dedica a la venta de chatarra aunque muchas veces no consigue nada. "Hay días en que no gano nada, hay mucha gente en mi misma situación que busca chatarra las 24 horas del día". Valentín se queda con algo de dinero para sobrevivir y el resto lo envía a su familia que continúa en su pais natal. "Allí la gente está muy mal", subraya.

Con todo, el caso más extremo lo vive Pedro, un hombre de 60 años que busca "cada noche un refugio distinto para dormir". Tras ofrecerle un poco de caldo, Pedro acepta, aparta su lata de cerveza y la sustituye por una infusión caliente. Le sienta bien y se queda un rato charlando,

quizá lo que más echa de menos. "Estuve 8 años con una mujer en Santander, pero yo allí no tenía nada, ni siquiera un trabajo, por eso me fui, no soportaba que me siguiera manteniendo". Lleva dos años ya en Cáceres rotando de cajero en cajero y no encuentra una salida. "Ya no tengo fuerzas", dice.

Hasta el 31 de marzo

La Cruz Roja participa junto con la policía local y nacional, Cáritas y asociaciones como Acisjf en la lucha contra la ola de frío, que se activó este lunes 1 de diciembre y se prolongará hasta el 31 de marzo. Los voluntarios atienden, de 22.00 a 02.00 de lunes a viernes, a las personas sin techo que lo necesiten.

Por su parte, Cáritas flexibiliza sus horarios, ampliándolos para acoger a personas siempre que haya plazas. "Si no los derivamos al Imas o a la policía local", cuenta Eva María Escobar, coordinadora del Centro Vida de Cáritas, que ofrece no solo una cama para dormir, sino comida, aseo, medicación y acompañamiento social.

Pero a veces todo eso no es suficiente; ahí interviene Acisjf. "Atendemos a horas que no atiende nadie; las 24 horas. Se les proporciona donde dormir, algo de alimentación o, según las circunstancias, otras cosas como billetes para transporte", sostiene Corazón Rosado, presidenta de la asociación.