En solo media hora, el teléfono de la perrera ha sonado tres veces y siempre con idéntico objetivo: "Le compré un westi a mi niño por 1.000 euros. Me voy el viernes de vacaciones y no sé qué hacer. La verdad es que no tengo tiempo de cuidarlo ¿Me lo pueden recoger?", comentan al otro lado de la línea. Esta falta de sensibilidad ha vuelto a disparar los abandonos en junio, hasta tal punto que la perrera municipal cacereña ya tiene colapsadas sus instalaciones, estrenadas hace solo un mes tras una laboriosa reforma. "Regresamos aquí hace unas semanas con 40 perros y ya rozamos los 80, cuando la capacidad es de 60" , lamenta Juana García, presidenta de la Asociación Cacereña para la Protección y Defensa de los Animales, colectivo que atiende estas instalaciones desde hace años.

Las obras, acometidas por el ayuntamiento con un presupuesto de unos 50.000 euros, han permitido algunas mejoras largamente demandadas por la protectora: suelo de hormigón con una pintura especial que permite baldear a diario sin que se levante el pavimento ni se formen charcos, elevación de los boxes donde permanecen los perros hasta una altura más adecuada de 1,50 metros, nuevas puertas y cerramientos que impiden que los animales se enganchen las patas al saltar, elevación de los cheniles donde duermen para evitar que la lluvia penetre, desagüe central para una rápida limpieza, y una gatera que está ya al completo. "Las perreras grandes se siguen llenando de agua cuando llueve, pero el resto ha quedado bien", declaró ayer la presidenta durante una visita de este diario al recinto.

Las reformas obligaron a desocupar la instalación a principios de año, y la protectora tuvo que buscar hogares de acogida en Alemania, Alicante y Cáceres, y además utilizó algunas perreras cedidas por la Facultad de Veterinaria. Hace un mes se produjo el regreso a las dependencias ya reformadas con un total de 40 perros. Sin embargo, esta cifra se ha duplicado en pocas semanas y ya hay cuatro animales o más en cada box. "Las vacaciones de verano, la época del nacimiento de las camadas y la temporada de caza son los peores momentos, los abandonos se disparan", lamentó ayer la presidenta.

EN CARRETERAS O BOLSAS Los perros aparecen en descampados, carreteras, contenedores, bolsas... A veces los lanzan por encima de la valla de la protectora. Suelen llegar en muy malas condiciones y algunos deben sacrificarse para ahorrarles más sufrimiento. El resto comienza una nueva vida, no en un hogar, pero sí en condiciones dignas: son desparasitados, lavados, alimentados, curados e iniciados en el calendario de vacunas. Más tarde se les esteriliza (hembras) o castra (machos) para evitar camadas indeseadas. También se les dota de un microchip que les identifica en caso de pérdida, y todos cuentan con su ficha de registro y su análisis de sangre.

De hecho, los animales pueden ser adoptados con todos los trámites y cuidados ya ultimados, a cambio de un gasto mínimo. "Pero el nuevo dueño debe hacerse completamente responsable de las obligaciones que contrae", subraya Juana García.

Mientras tanto, los 80 perros que suelen copar el recinto tienen necesidades diarias (comer, pasear, defecar...), una dura tarea que realizan de forma altruista cinco voluntarios que pasan todo su tiempo libre en las instalaciones, junto con dos empleados pagados por el ayuntamiento, que abona por este servicio 48.000 euros anuales. Aun así la asociación necesita mayor respaldo, bien voluntarios o bien más trabajadores financiados, "porque no damos a abasto", concluye la presidenta.