Cáceres no tendrá un mapa de ruido. La unanimidad del PP y del PSOE en el pleno de ayer justificó en dos razones su rechazo a la proposición que presentó Izquierda Unida: la primera, que el mapa solo es obligatorio para ciudades con más de 100.000 habitantes (no es el caso de la capital cacereña), y la segunda, que el municipio dispone de la normativa suficiente y necesaria para atajar los problemas derivados del ocio nocturno, eterna guerra política y social en una ciudad que durante años enarboló la bandera de la movida en nuestro país.

El portavoz del PP, Andrés Nevado, desmontó la propuesta del concejal de IU, Santiago Pavón, al recordar que Cáceres dispone desde diciembre de 1996 de la ordenanza sobre Medio ambiente, ruidos y vibraciones. La portavoz del PSOE, Carmen Heras, habló de la ley estatal del ruido del 2003, que en dos de sus artículos recoge las obligaciones de los ayuntamientos en esta materia. Pavón tildó al pleno de "torpe y demagogo" subrayando que hay vecinos a punto de "ingresar en el manicomio" porque no soportan el ruido de los bares.

Nevado, con su destreza política habitual, defendió la posición del gobierno con datos técnicos en la mano: en el 2006 se tramitaron 84 denuncias por incumplimiento de horarios de cierre, se realizaron 87 notificaciones de expedientes abiertos contra bares y cafeterías, 64 visitas de inspección a bares, 30 mediciones con sonómetro, 45 precintos de obras, 44 inspecciones de obra y hubo 21 quebrantamientos de precintos de equipos de música.

Nevado calificó de "incoherente, incompleta y casi intervencionista" la proposición de IU y defendió con ardor a su gobierno al asegurar que "existe una labor de inspección fundamental", que la ley detalla las zonas ambientalmente saturadas (La Madrila, entre ellas) y que la situación que ahora vive la ciudad está más "mitigada" respecto a "una época muy, muy dura", aún habiendo tenido que cargar con la leyenda de que el PP ha convertido Cáceres en "una ciudad muerta".

Heras, inteligente en su discurso, vino a considerar que ni tanto ni tan calvo . Es decir, no es necesario legislar más, pero sí conveniente mayor control puesto que hay vecinos que aún sufren los efectos nocivos de la movida.