A punto de examinarse, Judith Sánchez ,de 29 años, asegura que en su casa es imposible dormir de jueves a domingo,"así que me voy todos los fines de semana de aquí", zanja. Vive en un bajo situado sobre dos locales de copas de La Madrila Baja y teme que llegue el fin de semana."El problema no es el ruido de la música o los gritos", explica, "es que todo retumba" porque la reverberación de los graves se cuela por la estructura.

Para esta joven la noche del fin de semana se traduce en "dormir algo hasta las cuatro, cuando cierran con el gentío cuesta dormirse y cuando lo consigues vuelve la música de nuevo y ya es imposible".

La solución, para ella, además de obligar a los propietarios a que insonoricen los locales de forma adecuada, es "que abran de forma continuada hasta las cinco de la mañana y luego cierren definitivamente" para que "los demás descansemos".