El Instituto de Evaluación y Asesoramiento Educativo indica que un 49% de los alumnos dicen ser insultados o criticados en el colegio. De hecho, si hace tres años las estadísticas revelaban que 1 de cada 10 escolares eran víctimas de acoso, ahora el porcentaje sube a 3 de cada 10, e incluso algunos especialistas lo elevan a 4 de cada 10. "Siempre han existido estas situaciones pero aumentan de forma muy preocupante, también en nuestro entorno", explica Guadalupe Andrada, presidenta de la Fundación Inpa-Framaguad, que comenzó en 2013 a desarrollar talleres novedosos en los colegios cacereños y a ofrecer asistencia tanto a niños acosados como acosadores para poner fin a dicha espiral. El colectivo ampliará sus trabajos con el objetivo de frenar tales situaciones, llevando también sus talleres a otros puntos de la geografía extremeña.

Inpa-Framaguad agrupa a varios psicólogos cacereños que trabajan sin ánimo de lucro. Les inquieta este bucle de violencia escolar porque, además, no siempre se percibe. "Muchas veces solo se aprecia la violencia directa, el ataque físico, el insulto, pero existen otras formas de acoso ejercidas incluso por los 'amigos' de forma sutil, pero no menos dañina", señala la presidenta.

Es el caso del niño que recibe un WhatsApp de un compañero que le pide que le llame. "El chico está estudiando y le dice que tendrá que dejarlo para más tarde, entonces el primero no acepta esa negativa y comienza a amenazarle con que ya no será su amigo y que además se quedará sin la pandilla. Hemos llegado a registrar 200 mensajes a un solo niño entre las 5.00 y las 5.26 de la tarde", revela Guadalupe Andrada. No todos los acosados son tímidos y con pocas habilidades sociales, ya no hay un perfil definido porque el problema afecta a cualquier escolar "sea alto, bajo, delgado o con más peso", subraya.

La familia y los profesores comienzan a darse cuenta de que estos acosos hacen mella en los chicos cuando al cabo de uno o dos meses bajan su nivel académico, dan muestras de ansiedad en casa y en el colegio, y empiezan a estar malhumorados e incluso pendientes del teléfono, "sobre todo si es un acoso grave, les piden ciertas fotografías, les insultan y lo comparten", previene Guadalupe Andrada.

Los motivos de estos comportamientos, según explica Inpa-Framaguad, radican en gran medida en la laxitud de los padres. "Un 90% de los niños de entre 9 y 13 años no tienen ninguna supervisión del uso del móvil. Se trata del regalo estrella de la Comunión, pero luego no se controla. Esta es una de las razones por las que los padres de los niños acosadores y acosados no saben lo que ocurre", señala la especialista, que además previene contra la adicción que generan los móviles y la reducción del rendimiento académico que provocan. "Un niño de 9 años no debe estar todo el día con él. Puede usarlo una hora diaria, pero más no se aconseja", advierte.

Y todo ello porque a través de internet, las redes sociales y la propia televisión, lamentablemente se transmiten los valores más negativos de la sociedad: el desprecio, la crítica destructiva, la falta de respeto... "Los niños tragan mucha basura indecente y se descargan este tipo de contenidos que dan que comentar... Ellos ven todo y les parece normal porque a esa edad no tienen espíritu crítico para discriminar los contenidos. El otro día presenciamos cómo un chico le sugería a otros que se bajaran un vídeo en el que una joven que padecía ciertos problemas tenía relaciones sexuales", comenta Guadalupe Andrada.

Si estas situaciones no se controlan por parte de las familias, los profesionales tendrán mayores dificultades para encauzarlas a medida que vaya pasando el tiempo. Según informa Inpa-Framaguad, los chicos que sufren acoso desarrollarán un serio problema de autoestima, y posiblemente ansiedad o depresión, con repercusión en sus relaciones sociales y en su rendimiento académico. A su vez, el acosador mostrará una escasa sensibilidad hacia el sufrimiento de los demás e irá consolidando una frialdad afectiva considerable que le hará intolerante y violentará a los que tenga a su lado: padres, hermanos, abuelos, amigos, pareja...

De hecho, si los conflictos se reconducen siguiendo las pautas de los profesionales, un 90% de los niños acosadores dejan de serlo, y los acosados se recuperan para volver a las aulas con ganas. Por esta razón, Inpa-Framaguad desarrolla en colegios e institutos el taller 'Prevención del acoso y toda forma de violencia en los centros escolares'. Durante el último curso se han beneficiado 900 escolares de 5º de Primaria a 1º de la ESO, tanto de la capital cacereña como de otros municipios. El año que viene se impartirán en la provincia de Badajoz y se estudia su ampliación a comunidades cercanas como Toledo y Madrid, donde la fundación tiene patronos.

COMO ACTUAR En estas clases tan especiales, los alumnos aprender a empatizar con el resto pero también las pautas para que el acosador les deje en paz: "Por ejemplo hacer caso omiso a sus ataques, no responder a los insultos o hacerlo con asertividad, mediante frases del tipo 'Vale... ¿y qué más me quieres decir?' , '¿No te dejas nada más?' o 'Eso ya lo sabía, gracias... ¿algo más?' . Al ver que no surte ningún efecto, el acosador buscará otro blanco", explica la presidenta.

Pero además, Inpa-Framaguad ofrece tratamiento individual y gratuito a menores sin medios económicos que son víctimas de acoso, así como a los chicos maltratadores que tiene estas actitudes en casa, en la calle o en el colegio. Conocen los casos a través de los talleres en los centros educativos, pero ahora también gracias al céntrico local que ocupa la fundación en la esquina de Primo de Rivera con Virgen de Guadalupe (antiguas Galerías Madrid), cedido por la familia Barrientos. "Está siendo un escaparate fantástico para que los ciudadanos sepan que cubrimos estas necesidades y que pueden contar con nosotros", indican.

Porque estos problemas requieren la intervención de profesionales. Pese a la buena voluntad que pueda existir, no siempre se encauzan de la manera adecuada y por ello cada vez más centros docentes piden a Inpa-Framaguad que medie en situaciones semejantes. "Es un tema muy serio y difícil, en principio hay muchos padres que no saben que sus hijos son acosados ni acosadores. Que de pronto les llamen y se lo comuniquen sin aplicar el protocolo no es lo mejor. Ni siquiera resulta prudente reunir a las dos partes, porque un padre siente en el alma que maltraten a su hijo, y el otro tampoco acepta de entrada lo que le están contando", señala la presidenta.

Dicho protocolo recomienda mucha delicadeza, afrontar la situación sin que las partes se sientan mal y tratar con respeto a todos de modo que nadie salga perjudicado. "No hay que hacer más daño del que está hecho, para conseguir precisamente que no vuelva a ocurrir. Así es como actuamos", subraya Guadalupe Andrada, que ante todo muestra su respeto por "todo lo que se hace con la mejor de las voluntades".