Una quincena de alumnos y profesores de la escuela de Bellas Artes Eulogio Blasco donan sus obras para apoyar los proyectos de la oenegé cacereña Malinche en la zona sur de Nicaragua. La exposición, que se inauguró anoche en el pub Cañadul --calle Doctor Fleming, 11, en La Madrila alta--, ofrece un total de 22 grabados a precios que oscilan entre los 20 y 100 euros y que estará abierta hasta el próximo 30 de mayo en horario desde las 13 horas hasta el cierre del local.

Según explicó ayer Manuel Santiago, portavoz de este colectivo creado hace 14 años en la capital cacereña y con cerca de 40 socios repartidos por distintos puntos del país, la recaudación íntegra se destinará a un programa para estudiantes que se desarrolla hace más de diez años en la zona sur de Nandaime, a 80 kilómetros de la capital Managua y poblada por campesinos con apenas más recursos que los que les ofrece el campo.

LOS OBJETIVOS El contenido del proyecto educativo se concreta en ayudas para el transporte de los alumnos que acuden al único instituto para las comunidades situadas en un radio de 20 kilómetros, además de para materiales escolares y didácticos.

Con esta iniciativa, Malinche pretende también sensibilizar y dar a conocer la situación en este lugar de Nicaragua, donde sus habitantes viven en régimen de supervivencia, cultivan sus propios granos básicos --maíz, arroz y frijol-- y utilizan una parte de sus excedentes para comprar lo que no producen.

Santiago añadió que los vecinos se han organizado de tal forma que resuelven sus problemas sin necesidad de ayuda institucional. Prueba de ello, es la construcción por parte de los estudiantes de un instituto y el arreglo de los caminos por los campesinos, además de la formación específica de mujeres en primeros auxilios. "Forman una organización equivalente a un ayuntamiento, al margen de la administración municipal de Nandaime y del gobierno", afirmó.

El origen de Malinche se gestó en el año 1992 en la escuela de idiomas de la capital cacereña tras un viaje a Nicaragua: "Nos atraía el mito de revolución sandinista. Nos enamoramos de aquello y se crearon vínculos afectivos muy fuertes. A la vuelta decidimos apoyar a los estudiantes y hemos seguido viajando", explica este portavoz.