Cualquier convocatoria que sitúe a Cáceres en el mapa es buena y este festival es un ejemplo de iniciativa privada, de cómo un empresario arriesga su dinero. Esto no significa que Extremúsika deba convertirse en el único festival de Cáceres y se cierren las puertas a cualquier otra iniciativa de mayor o menor escala. También tendrían que ser aceptadas otras, siempre que sean coherentes. Esta edición me parece elefantiásica con 60 grupos. El festival crece y demostrará si Cáceres está preparada para recibir un evento masivo como éste. El cartel es muy heterogéneo, con grupos de mucho prestigio y la apuesta por nuevos que tendrán una oportunidad. Eso sí, un festival es un evento puntual que debería formar parte de una vida cultural cotidiana de la que Cáceres carece y por la que habría que apostar fuerte con salas de conciertos o de ensayo.

*Vocal del grupo Maggot Brain.