Saliendo de Malpartida, dirección hacia Aliseda, una vez sobrepasado el cruce de Arroyo, nos encontramos, a mano derecha, una torre situada en un lugar extrañísimo. Un páramo, sin defensas naturales, sin elevación, en un lugar, aparentemente, sin valor estratégico. Es la Torre de la Higuera, o lo que resta de ella. Desde la carretera parece exenta, solitaria, sin embargo, en la cercanía se observan los restos de lo que fue esta construcción, cuyo origen es realmente antiguo y notable. Se trata de un torreón de base cuadrangular al que le quedan, aún hoy, una serie de merlones, testigos mudos del día en que estuvo completamente almenada. Construida con aparejo de mampostería alternado con sillarejo. En su zona inferior se abre una puerta adintelada de acceso en el lado septentrional. Debió de poseer dos alturas y quizá --en algún momento-- terraza. Se sitúa en el extremo occidental de una construcción rectangular. En la base de la misma se advierte el uso del opus incertum , propio de campamentos militares romanos, lo que lleva a suponer que la torre está levantada sobre una antigua fortificación romana.

La hipótesis es bastante plausible, debido, fundamentalmente, a la situación de la misma, como ya dije, en un llano, elevada la torre sobre una formación rocosa de muy baja altura, en un lugar carente de defensa estratégica natural. Pudo ser un puesto defensivo en la calzada que iba de Medellín a Alcántara, que debía pasar por el actual mediodía del término de Malpartida buscando su salida hacia Arroyo de la Luz. Hay constancia, igualmente, de restos romanos en la zona cercana, (en la Dehesa de los Estantes y en el Prado de Campofrío), con lo que este posible campamento romano podría haber servido también de defensa de las explotaciones agrarias que surgirían en la época bajoimperial.

Sabemos que en el siglo XIV era señorío de los Jiménez. María Jiménez casó con Alfón de Ribera el Doncel y tuvieron una hija, María de Ribera, que cambió el señorío de la Torre de la Higuera por tierras en Sevilla a su medio hermano Alfonso (que era hijo del segundo matrimonio de su padre con Teresa Alvarez de Valdivieso) pasando a esta rama que nada tenía que ver con los Jiménez. Con Catalina de Saavedra pasa el señorío a los Ovando y acabaría recayendo en los Mayoralgo a través del Señorío de las Seguras. De éstos lo acabarían heredando los Gómez, quienes años después la vendieron. Diré que durante años explotó esta propiedad una familia a la que aprecio de corazón, los Mogollón Chaves.

Se ha dicho que ésta era una de las tres casas que dieron origen a Malpartida y a su nombre, y que de aquí partieron los primeros pobladores de esa localidad. Me temo que no es así, y, recientemente, he encontrado unas pruebas documentales (que haré públicas cuando termine la investigación) que dan a Malpartida una antigüedad mayor de la hasta ahora estimada y que demuestran que tampoco el nombre del pueblo tiene que ver nada con esa tradición.

Volviendo a Cáceres podemos desviarnos para ver la pedanía de la Estación de Arroyo-Malpartida, su interesante arquitectura ferroviaria, el Dolmen de la Higuera de San Miguel, los restos del Balneario y el Lavadero de San Miguel, que en los documentos antiguos se llamaba de Don Miguelón y su anexa capilla de la misma advocación, sobre la que se fundó la Capellanía del Cristo de la Encina, por ser éste el primer titular de la misma.

Ya en las cercanías de Cáceres encontramos la Casa de los Arenales, señorío de los Golfines, en manos de cuyos descendientes, los Condes de Torre-Arias, Grandes de España, sigue estando. Se trata de una gran casa de labor, blasonada con armerías de Golfín y Ulloa, pues no en vano perteneció a la rama de los señores de Casa Corchada, los Golfines de Arriba. Esas armerías debieron colocarse en tiempos de la reforma que hizo, entre el XVII y el XVIII, Alonso Antonio Golfín de Ulloa.

Murió Pedro de Ulloa

En ella murió en 1679 el genealogista Pedro de Ulloa Golfín, autor del célebre Memorial de Ulloa, quien, como hijo de los primos hermanos Gonzalo Tomás de Ulloa Golfín y María Josefa Golfín de Ulloa, era miembro de la familia propietaria. Fue campo de concentración desde la Guerra Civil hasta comienzos de los cuarenta y sus prisioneros se dedicaron, fundamentalmente, a trabajar forzadamente en la inconclusa carretera de la Sardina. Apuntaré que Manuel Mariño consiguió sacar de allí a bastantes prisioneros, pero eso merece una larga explicación. Después de una profunda reforma, se abrirá, en cercana fecha, un moderno hotel a todo confort.

Las cigüeñas, que ocupaban el tejado, dañando gravemente la estructura, fueron realojadas en bases y parecen estar allí felices en sus nuevas plataformas y no añorar, demasiado, la solariega y antigua casa, que al fin y al cabo, les es cercana. Otra puesta de sol, hoy el día es claro y siento que va llegando el cambio de estación. Algo en mi interior se agita, me siento pequeño y eso me gusta.