Nada menos que desde 1954 (cuando el cura de Santiago, parroquia de la que dependía la ermita, tuvo que solicitar licencia para poder decir de la misa fuera de la ermita, dada la cantidad de romeros que se congregaban en la misma) tenemos noticia de que la figura de San Blas nos viene convocando a todos los cacereños a celebrar su fiesta los primeros días de febrero.

Este año, el sábado, día 3, de nuevo nos tenemos que juntar todos los en los alrededores de la ermita. Las roscas tradicionales (con noticias de su existencia desde 1633, cuando Benito Michel, escribano de la villa, dio limosna de una fanega de trigo para el santo), los cordones (relacionados con el poder de San Blas a la hora de curar los problemas de garganta) y los recuerdos del santo servirán como punto de unión para todos los que vivimos en esta ciudad.

La parroquia de San Blas (con su tómbola, rastrillo y mesa de ofrendas), la asociación de vecinos del barrio (con su chuletada por la mañana y su concurso de trajes regionales) y el Ayuntamiento de Cáceres (colaborando en todo y organizando las actuaciones folclóricas) nos invitan a que niños y mayores, jóvenes y los que no lo son tanto, no perdamos esta tradición milenaria que nuestros antepasados celebraban con ilusión y que nos han transmitido.

El tiempo que nos toca vivir nos ha hecho ser más individualistas, cada uno se preocupa por lo suyo y dice que con eso ya tiene bastante; los vecinos del bloque casi ni nos conocemos; los saludos que nos dirigimos son monosílabos y poco más.

Necesitamos fomentar espacios, tiempos, acontecimientos, momentos que favorezcan la convivencia, el encuentro, la unión, la charla y el saludo. Uno de esos acontecimientos son las tradicionales romerías populares, donde todo el mundo deja de lado lo que le es más particular, para fomentar el encuentro con el otro, para fomentar el apretón de manos y la charla, con el que veo todos los días, o al que veo una vez al año.

En un pueblo con una tradición y con un fondo religioso incuestionable, es absolutamente normal que la figura de los santos sean los que favorezcan esta unión y convivencia, porque ellos fueron y son modelos para nosotros. Y aunque la vivencia religiosa no sea la que fue (gracias a Dios), esa misma vivencia es la que sirvió entonces y sirve ahora fomentar la unión, la paz, el diálogo y el encuentro, sobre todo, cuando a lo largo del año ya tenemos otras ocasiones y otros momentos en los que estas actitudes no suelen aparecer con la frecuencia que nos gustaría.

Después de que el año pasado la avenida de San Blas luciera todo su esplendor el día de la fiesta, este sábado día 3 nos volveremos a ver en San Blas. No estaría de más que recuperemos la tradición de que niños y mayores de la ciudad vengan ataviados con esos trajes regionales típicos que tenemos guardados en los baúles, ya que es un buen día para lucirlos como merecen.

Todos los que vivimos en esta zona (Pinilla, Los Rosales, plaza de toros, San Blas, Las Candelas, Vegas del Mocho) os esperamos el día 3 en la romería y el día 4 en la eucaristía y procesión del santo a las doce de la mañana en la ermita.

*El autor es párroco de San Blas.