Hacia el año 1.500 ya existía la cofradía de San Blas el Mozo y su romería, pero la vieja ermita tuvo que esperar mucho tiempo, hasta 1958, para que la ciudad comenzara a envolverla y el obispo Llopis la erigiese como parroquia. Entonces llegó el sacerdote José Reveriego, quien puso tanto empeño en sus cuatro décadas de trabajo que el barrio le dedicó una calle. Le siguieron los Dominicos y desde el 2002 el sacerdote Antonio Pariente, que ya ha iniciado los actos del aniversario bajo el lema 50 años transmitiendo la fe en Cáceres . "Nuestro homenaje va dirigido a la gente que ha trabajado en la parroquia y ha hecho posible que esté como la vemos", explica.

Y así ha sido, porque las aportaciones para restaurar la antigua ermita en los años 50 (casi un millón de pesetas) y ampliarla en los 60 con la casa parroquial, llegaron en su mayoría de los feligreses, directamente o a través de rifas, loterías y otros actos. Pero además, la parroquia sigue creciendo: a sus 4.000 vecinos se une ahora el residencial Infanta Isabel y parte de Montesol.