Volvió a ganar San Jorge. La batalla del patrón de los cacereños y el dragón tuvo ayer el mismo histórico final aunque su escenificación no pasará precisamente a la historia por su originalidad. Eso sí, el toque siglo XXI de la tecnología audiovisual y los efectos digitales de luz y sonido le aportó una vistosidad muy aplaudida por los espectadores. La fachada del ayuntamiento se convirtió en una improvisada pantalla gigante sobre la que se proyectaron imágenes de la ciudad monumental y dibujos infantiles, que hacían trasmutar el edificio en la imagen.

Muchos de los miles de cacereños que se agolparon en la plaza Mayor para presenciar la enésima contienda entre moros y cristianos agradecieron además la pantalla gigante que retransmitió en directo la acción, ya que la escena no quedaba al alcance de todos los ojos, aunque tampoco la pantalla. Esta sirvió también de instrumento para promocionar la candidatura de Cáceres a la capitalidad cultural europea del 2016.

DESFILE Y QUEMA Pocas novedades, excepto el efecto digital, ofreció el espectáculo que se repite año tras año con los mismos ingredientes: un dragón de madera y cartón --obra de Luis Rosado-- que acaba consumido en las llamas; un San Jorge a caballo --Carlos Adolfo Bravo-- que dirige las huestes cristianas contra las moras, y la pirotecnia --este año de la empresa valenciana Antonio Caballero-- del triunfo final.

Los cacereños no se perdieron la cita. A las nueve y media de la noche el desfile de todos los personajes inició su periplo en Moctezuma. El recorrido tuvo público pero podían verse grandes huecos. Hora y pico después, la legendaria procesión alcanzaba la plaza Mayor. Cientos de personas se arremolinaban ya alrededor del cordón de seguridad dispuesto por la policía local.

"Este año vamos a ganar", decía entre risas Sara Belén Hernández, una de las moras dispuestas para la batalla. Llevaba seis años inténtandolo sin fortuna con su grupo juvenil de scouts --las tropas de los dos bandos andaban cortos de edad--. La gracia la puso una suerte de regimiento de mercenarios cavernícolas, incluidos zancudos, contratado por los moros.

Este refuerzo no sirvió. Las tropas cristianas comandadas por San Jorge volvieron a alzarse con la victoria un año más, éste con efectos digitales incluidos. Y el dragón de cuatro cabezas, de 10 metros de largo por cuatro de alto y otros cuatro de ancho, ardió inevitablemente bajo las llamas ante la atenta mirada de la dotación de bomberos y de espectadores hechizados. Uno de ellos, Enrique Carrasco, de 8 años, tenía claro con qué se quedaba de la fiesta: "Lo que más me gusta es cuando queman el dragón", decía.

PIROTECNIA En menos de media hora se liquidó la historia. El final lo pusieron los artificios pirotécnicos que permitieron 25 kilos de mezcla de explosivos. Chorros de fuego, volcanes, abanicos que se cerraban y abrían y una traca atronadora puso el punto y final en un espectáculo luminoso y colorista.

La policía local, mientras tanto, se afanaba en evitar la creación de un macrobotellón en la plaza. Decenas de jóvenes con bolsas y bebidas acudían a esa hora a la zona con esa intención. No hubo incidentes destacados y a las doce de la noche la fiesta recreada de la plaza Mayor concluyó. Al cierre de esta edición, se procedía a buscar a la gallina de oro y el recinto hípico, a tomar el relevo con una macrodiscoteca, gogoús y pincha discos en el espectáculo musical Tu ciudad baila .