Parecía una tarde normal de cualquier fin de semana del julio cacereño. La ciudad registraba poca actividad y los termómetros rozaban los cuarenta grados. Pero, para el cuerpo de bomberos del Sepei, la situación sufrió un gran vuelco el sábado por la tarde. "Recibimos el aviso sobre las cinco y media. En un primer momento, se desplazaron dos vehículos y también el jefe de guardia. A ver cómo estaba aquello", recuerda Jonás Caballero, jefe operativo. Habla del incendio que se declaró en la carretera Ex-100, que ha asolado alrededor de 2.000 hectáreas. "Ante el cariz que tomó el tema, empezamos a movilizar a gente. La que estaba de vacaciones las suspendió y se puso a trabajar en el incendio", afirma.

Con el incendio a pleno rendimiento, eran 16 los bomberos del Sepei en Cáceres y 10 los vehículos que trabajaban en sofocarlo. "Se veía el fuego desde lejos. Se veía el infierno, como se suele decir", describe Antonio Martín, al que no le tocaba trabajar el sábado. Jonás recuerda la zona. "Sabemos que la zona de El Galindo iba a ser complicada. Ha sido un año difícil, de mucha lluvia, que ha provocado mucha vegetación. Encima, la climatología el sábado era muy adversa", afirma.

El viento complicó el trabajo. Se levantó de manera irregular, soplaba a rachas y no siempre llevaba la misma dirección. "Tienes que preveer por dónde va a ir e intentar ponerte siempre en zona de quemado para que el incendio no te sorprenda", explica Jonás, que alaba también la labor de medios aéreos. "Tenemos la virtud de contar con ellos, que son los que realmente se encargan del fuego", dice. La función de los bomberos del Sepei se concentra en la protección de las viviendas, las personas y los animales. "Situamos los camiones en los lugares más complicados, donde las llamas podían acarrear problemas en domicilios. La vegetación les llegaba hasta la puerta". Trabajaron hasta las dos de la mañana. Ninguna las casas sufrió daño alguno en sus interiores, pese a que el fuego atravesó parcelas de punta a punta.

El domingo la situación se recrudeció. A las once y cuarto de la mañana se produjo un conato, y a las cuatro de la tarde se reactivó con virulencia. A la zona, repleta de pastos envueltos en llamas, volvieron a desplazarse 12 bomberos y 6 vehículos. "Los valientes son los que saben donde se meten, aunque nosotros no sabemos al cien por cien dónde vamos. Sí hay miedo, aunque creo que es bueno tenerlo...", dice Antonio. "Siempre tienes algo de miedo, pero tienes que centrarte y preveer la dirección que va a tomar el incendio", insiste Jonás, que alaba la labor de sus compañeros. "La respuesta del Sepei ha sido espectacular. Nunca había una movilización tan rápida como la que se ha hecho, una respuesta tan contundente", afirma rotundo. En el Galindo, esta ves, ganaron los titanes.