Pocas dudas quedan sobre aquella frase célebre que afirma que "una imagen vale más que mil palabras". Y prueba de ello pueden dar los alumnos del colegio cacereño de los Licenciados Reunidos, quienes, además de escuchar las lecciones de sus profesores, pueden participar de manera directa gracias a un elemento cada vez más frecuente entre el mobiliario de las aulas: las pizarras digitales.

Conscientes de la estrecha relación de las nuevas generaciones con la tecnología, la dirección del centro educativo cacereño, encabezada por Francisco Alvarez, ha decidido introducir encerados interactivos en cada una de las clases que conforman el edificio. Así, aparte de las dos pizarras que se instalaron en la etapa de prueba, el colegio cuenta con cuarenta nuevas estructuras interactivas en todas las clases desde Educación Infantil hasta segundo de Bachillerato.

El director del centro educativo pone de manifiesto los resultados positivos de la utilización de estos métodos a la enseñanza y destaca entre sus puntos fuertes, la "rapidez y eficacia". Asegura que "supone un ahorro de tiempo" tanto para profesores como para los alumnos y resalta que han podido constatar que los estudiantes muestran "un mayor grado de atención a los contenidos" y les resulta más fácil comprender y asimilar los conceptos si pueden verlos además de escucharlos.

"No podemos seguir educando con recursos del siglo XX" apunta Alvarez. No obstante, el director de los Licenciados añade que estos métodos deben utilizarse de manera equilibrada porque "la excesiva tecnificación de la enseñanza puede convertirse en un arma de doble filo".

Generación tecnológica

Si bien es cierto, esta adaptación a la tecnología en las aulas no resulta igual para unos y otros. Por un lado, los profesores, menos habituados al puntero, han dedicado diez días a formarse para aprender a utilizar el mecanismo antes de iniciar el curso. Este taller no ha sido necesario para los alumnos que asisten a las aulas del centro diariamente, cada vez más "familiarizados" con los teclados. Nuevos métodos para nuevas generaciones que "han nacido" con un ordenador bajo el brazo y que condicionarán que "la tiza quede relegada al cajón de manera definitva".