Pablo Mauricio G. M., de 25 años y de nacionalidad colombiana, reconoció ayer ser traficante de cocaína, droga que compraba en Madrid bien a su tío, también colombiano y en paradero desconocido, o bien en el poblado chabolista de Las Barranquillas, para después distribuirla en Cáceres, donde trabajaba esporádicamente como pintor antes de que ser detenido en noviembre del 2007 en el marco de la operación Gotelé desarrollada por la Brigada de Estupefacientes de la Policía Nacional.

Entre los detenidos estaba uno de los dueños de la empresa de pinturas, Francisco Javier R. F., apodado el Cano , para la que trabajaba el colombiano, de ahí el nombre de la operación. Ambos, junto a otros cinco imputados, se sentaron ayer en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial en la primera jornada del juicio que estaba previsto que concluyera hoy.

El principal acusado, Pablo Mauricio G. M., que se enfrenta a una condena de doce años de prisión y una multa de 240.000 euros, según la petición de la fiscal, exculpó sin embargo del negocio a su pareja y madre de su hijo, también de nacionalidad colombiana, de la que dijo que "desconocía" a qué se dedicaba él, por lo que en un momento de su declaración le pidió perdón.

ORGANIZACION También reconoció que había vendido cocaína al resto de acusados que se sentaban junto a él y su mujer en el banquillo --cinco más en total y que se enfrentan a penas de entre 7 y 5 años de prisión--, pero rechazó que estos distribuyeran a su vez la droga a menor escala bajo sus órdenes. "Yo les vendía para su consumo, pero no sabía que traficaran", declaró. Rechazaba así la tesis sostenida por la policía y la Fiscalía de que él comandaba un grupo de distribución de coca en la ciudad a las órdenes, a su vez, de su tío Fernando A. V. M., que vivía en Getafe, formando presuntamente una cadena de narcotráfico.

La mujer del principal imputado, Catalina O. R., para la que, a falta de las conclusiones definitivas la fiscal también solicitaba 12 años de prisión e idéntica multa, ratificó que estaba al margen de los trapicheos de su pareja y que sólo conocía a algunos de los acusados "de vista". En el piso que ambos compartían en la calle Barrerón (La Mejostilla), se halló cerca de un kilo de cocaína en una caja fuerte.

Durante los tres meses que duró la investigación policial de la operación Gotelé , los agentes habían seguido los pasos de los implicados a través de sus teléfonos móviles, que los tenían pinchados. Las transcripciones de las conversaciones con pedidos de una cierta cantidad de camisetas , documentos o kilos de pintura para referirse a las papelinas, según reconocieron ayer los propios imputados, llenan decenas de folios de la causa y son uno de los pilares de la acusación.

Según la policía y la Fiscalía, estos distribuían la cocaína desde sus domicilios en La Mejostilla y el residencial Universidad. Algunos de los acusados reconocieron que revendían la cocaína para autofinanciarse su consumo. Cuatro de los acusados están en prisión preventiva.