Por primera vez en 30 años, la Madrila comienza a hablar de reducción del ruido en sus calles. Convertida en la zona cacereña con más saturación de locales de copas, y con un volumen nocturno que ha hecho imposible el descanso a sus vecinos durante décadas, las medidas adoptadas para regular el sector del ocio (nueva ordenanza, más vigilancia policial, corte al tráfico) parece que empiezan a ser efectivas. "Es difícil de cuantificar, pero podríamos decir que las molestias se han reducido un 80%, especialmente desde el pasado verano, y ello pese al aluvión de estudiantes. Parece mentira, pero comenzamos a dormir algunos días que resultaba imposible", señala el presidente vecinal, Miguel Salazar, quien lleva largos años de lucha ante las instituciones y los tribunales.

El cambio ha llegado de la mano de la nueva Ordenanza Municipal sobre Protección de Medio Ambiente en Materia de Ruidos y Vibraciones, que entró en vigor en junio de 2009 tras dos años de estudio y de consenso entre los grupos políticos del ayuntamiento. Esta norma ha regulado las características que deben cumplir los locales (nivel máximo de decibelios, insonorización, seguridad, superficie...), según la categoría que quieran adoptar y por tanto los horarios que pretendan ofrecer (discoteca, café-concierto, pub...). También establece sanciones desde 1.500 hasta 300.000 euros (incluyendo el cierre), la distancia mínima entre locales o las zonas saturadas donde ya no se pueden abrir más bares (Pizarro, Madrila y entorno de la plaza Mayor, aunque ésta se excluye).

Sin embargo, no se trata de una ordenanza con fines sancionadores, "sino al contrario. Hemos reorganizado el sector para que los hosteleros puedan abrir el tipo de local que deseen, ofreciendo conciertos, música grabada o un horario más amplio. Sólo deben cumplir los requisitos y están claros", explica Carlos Jurado, concejal de Seguridad, que ha pilotado el proyecto. En el año y medio transcurrido desde la aplicación de la norma, tres locales han realizado reformas y ya tienen licencia de café-concierto (Boogaloo, Pasadena Copas y Barroco, todos en la Madrila). Otros también se han interesado por las condiciones para seguir sus pasos, "aunque ha coincidido con la crisis económica y resulta difícil lograr un crédito", reconoce el edil.

TRES DIAS DE SUEÑO De momento los efectos se dejan notar, según el presidente de la barriada. "Sólo podíamos descansar de domingo a martes. Los miércoles empezaban los ruidos. De jueves a sábado era horroroso. No vamos a decir que ya no existan problemas, los hay, aunque también es evidente el descenso de las molestias", afirma. Algunos locales siguen reabriendo de madrugada "pero, o no tienen música, o la han bajado". De hecho, según la ordenanza, los bares con licencia para funcionar antes de las 9.00 no pueden tener medios de reproducción sonora ni actividades molestas.

La presencia de la Policía Local ha sido decisiva en la reducción del ruido. Los agentes supervisan la situación y los horarios de los locales todos los fines de semana, y levantan actas en caso de que la nueva ordenanza se incumpla. "Después, la Junta se retrasa a la hora de exigir las sanciones, pero el control policial da resultados", subraya Salazar.

También ha sido determinante la prohibición de acceder a la plaza de Albatros con vehículos desde finales de 2008. "Lo seguimos aplicando todos los viernes y sábados, y los jueves según las previsiones, mediante un dispositivo policial", explica Carlos Jurado. Para el presidente vecinal, "esta medida ha reducido buena parte del ruido en la zona de la plaza. Ya no hay acelerones, motos ni coches-discoteca". Además, la policía insta a los locales a mantener las puertas cerradas, y los hosteleros colaboran.

Salazar espera que los ruidos se sigan amortiguando hasta que se respete el derecho al descanso. "Algunos opinan que esto ocurre por la crisis, porque la gente sale menos. Puede influir, pero no tanto, más bien opino que las soluciones llegan por los acuerdos en la búsqueda de soluciones". El edil sostiene el mismo argumento: "Hemos hablado con todos, incluido los hosteleros, porque también queremos facilitar el ocio. Pero han sido 30 años de una situación permitida por la sociedad a la que era muy difícil poner coto", subraya.