Hasta cinco veces tuvieron que ser ingresados, en el Hospital San Pedro de Alcántara, algunos de los familiares de los condenados, a causa del envenenamiento del que estaban siendo víctimas.

La primera en necesitar asistencia fue la madre y suegra de los autores en febrero del 2003, presentando náuseas, vómitos, lenguaje incoherente, no reconocía a las personas de su alrededor y tenía dificultades para moverse. Con estos mismos síntomas llegó a ingresar hasta cinco veces. El día 5 de agosto del 2004 fallecía a consecuencia de una valvulopatía sin que en su cuerpo se encontrara ninguna sustancia distinta a la medicación que recibía con fines terapéuticos.

Con los mismos síntomas ingresaron el hermano en dos ocasiones, el padre en tres y el tío hasta cinco veces. Debido a estas coincidencias el Servicio de Medicina Interna del Hospital denunció los hechos en septiembre del 2005 y comenzó la investigación por parte de la Guardia Civil.

Los facultativos observaron síntomas evidentes de intoxicación por causas desconocidas y, al revisar su historial clínico, se detectó que desde el 2003 varios miembros de la familia habían ingresado en reiteradas ocasiones con iguales síntomas, lo cual desató la voz de alarma.

Una decena de médicos declararon en el juicio coincidiendo en que la única explicación a los ingresos era una intoxicación.