Hace solo algunos años, la Semana Santa trascendió su entorno histórico para llegar a los nuevos barrios. Los cacereños, acostumbrados al eco de la horquilla sobre la piedra y a los recorridos entre palacios renacentistas, hicieron hueco a estas nuevas hermandades de templos modernos y jóvenes con empuje, que pronto sorprendieron al movimiento cofrade. Son fruto de la ilusión y el esfuerzo, de personas como Oscar Mateos, que ha realizado a mano la nueva cruz guía franciscana de Mejostilla, o Paco Roncero, que ha bordado a oro y realce el bello estandarte del Vivero. Ambas cofradías, La Victoria y La Humildad, tuvieron el honor de abrir ayer la Pasión cacereña.

La hermandad dominicana del Santísimo Cristo de la Victoria salió del templo de Mejostilla a media tarde con la misma dignidad de las antiquísimas cofradías medievales. Sorprendió el nuevo paño de pureza de la imagen, realizado con tela nazarena traída desde Marruecos y bordado en hilo de oro y plata, en el que las manos del taller de costura del templo han puesto su mayor empeño. La composición floral del paso combinaba los mismos colores en una amalgama alegre de iris, azucenas, claveles, helechos y otras variedades, obra de Ana María Plata, su camarera, y Ana María Dómine, su decoradora.

Las Banda del Humilladero arropó la procesión con la solera de sus cornetas y tambores. La cofradía se dispuso a cubrir el itinerario más largo de la Pasión, desde Mejostilla al casco viejo, con la talla al hombro y una veintena de hermanos en los relevos. "No tenemos nervios, nos hemos puesto en manos del Cristo de la Victoria", afirmó convencido un joven cofrade de los casi 400 que integran ya las filas de esta hermandad. El padre Juan Carlos del Cerro, párroco de Mejostilla y director espiritual de la unión cofrade cacereña, acompañó a la comitiva durante todo el recorrido.

Poco después, a las ocho en punto, los acordes de la Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora de los Angeles (Sevilla) anunciaban la salida de Jesús de la Humildad del templo del Beato Marcelo Spínola, con uno de los tronos más bellos de la Semana Santa. A paso costero, picaíto, largo, atrás, adelante... Esta hermandad de La Esperanza del Vivero familiariza a los cacereños con la carga a costal cada Sábado de Pasión. Sus 35 costaleros se entregaron bajo las trabajaderas durante cuatro horas de recorrido por las calles del oeste cacereño.

La imagen de Jesús de la Humildad es obra de Antonio Jesús Dubé Herdugo, reconocido imaginero de Triana. Se trata de una talla de vestir en cedro real, anatomizada y policromada según la costumbre de la imaginería barroca sevillana del siglo XVIII. Ayer procesionó sobre un friso de cien docenas de claveles con nueva túnica de piel de camello, a la usanza del Próximo Oriente.

También se incorporó al paso la nueva reproducción de un tronco de olivo con ramas naturales, un trabajo coordinado por el costalero Antonio Pérez. Además, la composición tendrá una segunda imagen hasta sumar las nueve que representarán El Prendimiento. Pero eso será el próximo año. Mientras tanto, anoche, los hermanos volvían a recrearse en su itinerario de regreso.