La zona oeste de la capital cacereña, que engloba los barrios de El Vivero, Cabezarrubia y el R-66 B, cuenta con apenas 30 años de historia, sin embargo, lo que hace tiempo era un área de paso se ha convertido poco a poco en un lugar de residencia para muchos cacereños gracias al crecimiento que ha experimentado la zona.

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Las tres barriadas son polígonos que se desarrollaron entre las décadas de los noventa y los primeros años de este siglo. Todos ellos estaban previstos entre los suelos urbanizables anteriores al plan general de urbanismo que entró en vigor en 1999. El primero que se acometió fue Cabezarrubia, que tuvo un rápido desarrollo con la parcela comercial donde se abrió en 1993 el centro comercial de Ruta de la Plata, una de las superficies más concurridas de la ciudad. El R-66-B y el Vivero se desarrollaron a continuación.

En lo que respecta al comercio hoy en día, en Cabezarrubia la mayoría de los pequeños empresarios coinciden en que la zona, a pesar de estar un poco alejada del centro de la ciudad, beneficia a los negocios, al encontrarse junto al centro comercial Ruta de la Plata. "Eso nos da mucho tránsito y hace que aumente el número de clientes potenciales en la zona", confiesa Rubén Alvarez, de Pc-One.

El barrio cuenta con 53 negocios en funcionamiento, además de al menos otros tres locales cerrados, algo nada común. "Aquí local que se cierra, local que se alquila rápidamente, es lo que mantiene al barrio", desvela Mamen Mirat, de la papelería Bambú, un negocio que lleva 38 años funcionando. Así, en Cabezarrubia sus habitantes, más de 2.800 personas, tienen fácil acceso a sus necesidades con la presencia de dos farmacias, diversos establecimientos hosteleros, papelerías, bancos y demás tipos de negocios.

EL VIVERO Algo que no sucede en El Vivero, que cuenta con alrededor de 1.500 habitantes. "Echamos en falta más actividad comercial, no tenemos bancos, ni farmacias, ni estancos, ni si quiera un establecimiento para poder echar la lotería", descubre Jesús Navarro, de la frutería La Mangurrina. No obstante, la escasez de comercios repercute positivamente en las ventas, al no existir demasiada competencia, pero perjudica a la hora de afrontar el día a día, cuando una simple gestión o alguna necesidad puede suponer tener que desplazarse hasta Cabezarrubia o el barrio más cercano.

El Vivero cuenta en la actualidad con 27 comercios abiertos y otros dos que se encuentran parados. Las zonas verdes y el pabellón polideportivo Teodoro Casado juegan en favor del ocio infantil, aunque para los habitantes de la zona no es suficiente. "Apenas hay columpios, no costaría mucho instalar algún entretenimiento en los parques de la zona", pide Fernando Canelo, del bar Flores.

Por último, en el caso del R-66 B, con casi 3.000 habitantes, el barrio sufre la falta de comercios, salvo en la avenida Ruta de la Plata, donde se concentran la mayoría de ellos. "Lo mejor es que no hay problema para aparcar, pero la zona está un poco desértica", dice María José Solano, de la tienda Solano, que a veces sufre "la excesiva tranquilidad en las ventas", añade.

Así, una farmacia, algún que otro bar y el Supercor copan prácticamente la escasa oferta comercial del R-66 B, un barrio más residencial que otra cosa.