Juani Nevado miraba boquiabierta el sistema de calidad de última tecnología que permite chequear 8.000 piezas por hora mediante quince cámaras capaces de revisarlas al milímetro. «Yo trabajaba de verificadora y teníamos que hacer esto mismo, pero una por una... estoy de verdad impresionada», comentó sin dejar de observar la procesión de piezas entrando y saliendo de la cápsula. No fue la única sorpresa que se llevó, ni ella ni los sesenta jubilados de Catelsa Cáceres que ayer fueron invitados a recorrer de nuevo las instalaciones. La visita se convocó con motivo de la presentación del libro ‘Hutchinson Cáceres sigue forjando su futuro’, escrito por Marcelo Muriel, responsable de la fábrica durante 44 años, un acto que tuvo lugar seguidamente en el hotel V Centenario.

Los jubilados recorrieron todas las naves que forman la mayor planta industrial de Cáceres, situada en Capellanías desde 1973 y dedicada a la fabricación de piezas de caucho y termoplástico para la industria del automóvil (Peugeot, Nissan, Renault, Toyota...). Fueron recibidos por sus excompañeros con todo tipo de halagos y el mayor de los cariños: «¡Pero si estás hecho un chaval!» «¡Te veo como para trabajar ahora mismo!» «¡Qué bien te ha sentado la jubilación!». Agustín Erce, que ha pasado 42 años en la fábrica, devolvía apretones de manos, abrazos y sonrisas. «Es una experiencia maravillosa, un gran detalle de la empresa», agradeció, destacando con orgullo que formó parte del primer equipo de fútbol de Catelsa, como atestiguaba una antigua foto en las oficinas.

Julia Ignacio, ‘Julita’, fue la voz de la centralita durante 22 años antes de pasar al área de dirección. Ayer volvía a encontrarse entre amigos. «Aquí he estado toda una vida, me lleve muy buena experiencia, muy buenos compañeros... una piña», relató.

José Luis Borrella fue uno de los empleados que estrenó la planta en el 73, «cuando todavía estaba una parte en obras. Me vine nada más salir de la mili y he pasado aquí 40 años. Volvería a trabajar en Catelsa con los ojos cerrados, a pesar de las dificultades del principio, que nos hacen valorar más los avances. Hoy nos sentimos orgullosos de haber formado parte de esta evolución hasta ser una empresa líder en Extremadura, es una satisfacción ver los 250 puestos», declaró.

La plantilla actual se mostraba igual de conmovida. Jorge Gutiérrez, responsable de calidad, logística y compras, lo explicaba: «Para nosotros ver a estos compañeros supone una gran alegría porque hemos compartido muchas experiencias, momentos bonitos y complicados... En Catelsa siempre hemos tenido un buen ambiente», confesó.

El propio Marcelo Muriel, al que todos agradecieron su continua lucha por la planta, acompañó a los trabajadores. «Hay algunos que llevaban mucho tiempo sin venir y están sorprendidos por los cambios, otros reconocen su puesto de trabajo y sienten nostalgia, porque el tiempo medio de permanencia en esta empresa supera los 20 años», explicó mientras recorría los talleres. El propio Muriel dirigió Catelsa desde el inicio con 50 empleados. «Hemos pasado no uno, sino muchos baches, pero siempre hemos logrado salir adelante porque el personal tiene la virtud de esforzarse para adaptarse siempre al mercado», dijo.

De hecho, Catelsa es una de las dos sedes españolas del grupo internacional Hutchinson. Ya ha recuperado el 40% del volumen de trabajo que perdió durante la crisis por el parón de la venta de coches. Hoy está ganando incluso nuevos mercados. Una de sus grandes bazas es el departamento de desarrollo, capaz de crear nuevos productos en un sector especialmente competitivo y dinámico.