La hostelería tampoco vive sus mejores momentos debido a la situación económica. "La gente no sale tanto de cañas, limita las comidas, las cenas... No es que la cosa esté mal, es que está fatal", afirma Virginia López, propietaria del restaurante El Callejón del Gato (calle Pizarro). Abrió su negocio en agosto del 2007 y también ha notado los efectos de la crisis, "pero quiero seguir siendo autónoma, mi propia jefa. Con esto no me hago rica, aunque me mantengo y pago mis impuestos", confiesa. La receta para no desfallecer la tiene clara: "Imaginación, creatividad, paciencia y no mucha ambición".

Virgina, de 49 años, es una conocida veterana de la hostelería cacereña. Ha trabajado en locales emblemáticos como La Machacona y Las Caballerizas, abrió hace años el bar Las Claras (muy conocido como la Vicky ) y fue una de las dos socias fundadoras del restaurante El Paladar de Felisa. Después siguió su instinto, más clásico, y abrió El Callejón del Gato. "En la hostelería se ha ganado mucho, es verdad, pero hoy está malamente", reconoce.

Su nuevo restaurante ha funcionado bien, tanto que en poco tiempo amortizó la inversión inicial. "Tengo comida casera e internacional, lo mismo pongo un foie que una hamburguesa, pero todo muy sabroso, hecho aquí". Luego asomó la crisis. Los comerciales y viajantes que todos los días pedían a la carta mermaron bastante. "Ahora no falta público, pero vienen menos, y piden el menú del día a 9 euros". También le ha afectado la movilidad del personal que caracteriza al sector. "Hay gente buena que se te va, y hay que recomponer todo", explica.

Virginia sabe que llegan nuevos tiempos, por eso introducirá reformas. "El futuro pasa por no ceñirse a la carta. Hay que ofrecer menús originales, quizás manteniendo la idea del diario pero sorprendiendo el fin de semana con lo mejor que tengamos. Además, quiero poner tapitas divertidas... ", explica. Como a cualquier empresario, las buenas expectativas le animan a continuar: "Lo mejor de esta zona llegará cuando abra el Museo Helga de Alvear", afirma convencida.