Una mujer todoterreno, picante y extrovertida llega al Festival de Teatro Clásico de Mérida. Rocío Madrid interpretará a la diosa Afrodita en el montaje La bella Helena, que esta noche se estrenará en el teatro romano. La malagueña se muestra encantada de estar en la ciudad emeritense, deseando visitarla y con muchas ganas de degustar su famosa gastronomía.

--¿Qué verá esta noche el público en el teatro romano?

--La obra es la previa de lo que fue la guerra de Troya desde un punto de vista muy divertido y muy irónico. Lo que me hace mucha gracia es que esto está inspirado en una historia de hace miles de años y sin embargo estamos hoy en día en la misma situación. Antes eran jarras de vino, uvas y cortesanas y ahora son tarjetas black y yates en Marbella. Tendremos que hacer un ejercicio de reflexión sobre todo en quien confiamos.

--¿Cómo es su Afrodita?

--Es una loca, con un ego que no cabe en ella, que pelea y utiliza su poder, que es el del amor, o hacer que quieras a alguien. Utiliza eso para chantajear a Paris y que este la nombre la mujer más bella del Olimpo, que era su objetivo. Aunque hay un momento que las cosas se le tuercen: se enfada mucho, la lía mandando una maldición a toda Esparta y aquello se convierte en una bacanal.

--¿Relaciona a esta Afrodita con algún personaje actual?

--No me atrevería a relacionarla con nadie porque es bastante zorra (bromea). En lo que sí me he inspirado para el personaje es la codicia, la ambición y la sed de poder por encima de todo, por encima de lo que está bien o está mal o las malas artes para llegar donde quiere. Eso por desgracia en la sociedad en la que vivimos sigue pasando más de lo que tiene que pasar.

--¿Qué se le pasó por la cabeza cuando le propusieron el papel?

--Siempre que te plantean un proyecto que no es más de lo mismo es interesante. Por desgracia están las etiquetas y el 80% de lo que me ofrecen o lo que hago es en la misma línea. Cuando me dijeron teatro clásico me impuso respeto pero el proceso ha sido muy natural, aunque es cierto que al principio me costó un poco porque vengo de hacer tele y eso es naturalidad absoluta y todo muy abajo. Llegué aquí, que es una opereta, y es lo contrario, me ha costado porque de repente te ves impostando tan para arriba que no te lo crees ni tú. Pero todo tiene un proceso y cuando ves que tus compañeros están en el mismo punto que tú y al revés, que si bajas eres tú la que está fuera de lugar y vas trabajando el personaje y haciendo un poco lo que el director te va diciendo, pues al final sí que me encuentro cómoda.

--¿Había venido antes a Mérida?

--En Mérida sí que he estado trabajando, pero hace muchos años. No me ha dado tiempo de conocer nada, pero me han dicho que se come muy bien y a mí me encanta, pienso explotar todos los restaurantes de Mérida.

--Y sobre el teatro romano, ¿qué impresión le ha causado?

--Todavía estoy que no me lo creo. Cuando te hablan tanto de algo, ya hay un punto en el que piensas que la gente exagera. Y es que es verdad, hasta que no lo vives y lo sientes no lo puedes explicar con palabras. Ya por fuera lo ves maravilloso, pero cuando entras por el arquito dices: ¿en serio voy a estar yo ahí? Es muy alucinante.

--Ha hecho televisión, teatro musical y ahora teatro clásico. ¿Qué puede destacar de cada uno?

--El alma que tienen los actores del teatro musical. He hecho programas de televisión, series y teatro y al final con lo que me quedo es con los compañeros de teatro. Cuando uno está haciendo teatro intercambias cosas y se hace una piña que al final cada compañía por la que pasas se convierte como en tu familia y se sacan compañeros que se mantienen. Más allá de los aplausos, del público, del éxito y de todo, con lo que me quedo es con mis compañeros.