Actor con mucho recorrido, enamorado de la esencia de Extremadura y uno de los que no se cansaría jamás de actuar en el Teatro Romano de Mérida. Antonio Valero actuará por cuarta vez esta noche en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida e interpretará a Séneca, con la corrupción y sus particulares contradicciones como protagonistas.

-Vuelve a Mérida, ¿qué siente?

-Esta es la cuarta vez que vengo, la primera fue en 2005. Mérida es algo único para nosotros. Estarás harto de escuchar eso pero es como si te dijeran a ti que te vas a ir a Nueva York a trabajar en el NY Times. La historia de Mérida, su grandiosidad y también que tenemos la suerte de que sea un festival grecolatino porque vivimos a los grandes autores, los grandes personajes, los grandes dramas. Además, esta es una comunidad muy especial, soy muy fan de Extremadura, y todavía mantiene esa cierta esencia.

-¿Cómo es Séneca?

-Séneca es un cordobés, que no se nos olvide nunca, que al ser una especie de niño prodigio lo enviaron a Roma. Allí empieza muy joven en la política, es un gran retórico, filósofo, moralista, dramaturgo y vive una época muy convulsa, que es la de la decadencia del Imperio Romano. Tiene a Mesalina, que era una gran ninfómana y se cepillaba a todo el mundo en los dos sentidos, estaba también Agripina, amante de Nerón y casada tres veces, y también Popea. A él le toca vivir con estas tres mujeres que aunque no tienen el poder, de una manera o de otra acaban teniéndolo. Subsiste con esa contradicción además de ser un ascético de estos que vive según las leyes de la naturaleza y que tiene que estar viviendo en ese lugar donde está prácticamente la degeneración más grande del ser humano.

-¿Cómo empiezan estas famosas contradicciones en Séneca?

-Es el ejercicio del poder. La política es extraña porque siempre que entramos en la dramaturgia, en la narrativa o en los ensayos vemos que hay muy pocos personajes limpios en la historia de la política y si hay alguno limpio murió al día siguiente, lo mataron o se suicidó. La política es un lugar raro. Nosotros tenemos siempre la fantasía de los nórdicos, cuando vemos a Jordi Évole haciendo entrevistas y que le pregunten a un danés si conoce algún caso de corrupción y que se ponga a pensar o cuando oyes que una ministra de no sé qué país que ha comprado unas chocolatinas con la tarjeta del parlamente dimite…(resopla). Yo soy valenciano, no te quiero ni contar lo que ha ocurrido en mi comunidad porque es algo que clama al cielo. Ves al vecino que se ha metido en política y que al cabo de cuatro días mejora muchísimo, va mejor vestido, tiene mejor coche y cambia de casa. Al final eso te extraña.

-En el marco de la obra, ¿cómo le influye a Séneca su madre, Helvia, y Nerón?

-Helvia en relación con las otras mujeres, es una mujer que enseña valores a sus hijos. Les habla de que la naturaleza, la razón, la ciencia, la sabiduría, el conocimiento son las cosas importante. Es una madre muy centrada y que centra mucho a su hijo. Y Séneca quiere hacer lo que hace su madre pero con Nerón, es su tutor. Casi logra que vaya por el buen camino, pero es que Nerón lo tiene muy difícil y se corrompe demasiado pronto. Su madre le fuerza a corromperse y ya tiene relaciones incestuosas con ella y se le va la olla. Esto para Séneca es un fracaso, el no haber podido implantar, a través de Nerón, una sociedad donde el político más que un economista sea un filósofo. Ahora se lleva mucho esto, por ejemplo con el francés Macron que decían que era filósofo, abogado y economista, pero siempre, ellos que son muy listos, ponen lo de filósofo al principio.

-Cuando le propusieron interpretar el papel de Séneca, ¿qué se le paso por la cabeza?

-La ventaja que tiene la edad es que tocan estos personajes (bromea). Yo últimamente en teatro vengo de hacer de Adolfo Suárez, de Picasso, del Rey Jaume II y ahora Séneca. Es una especie de oportunidad muy buena de entrar en personajes profundos y con esa contradicción. Viene a decir que nosotros no somos de un color, sabemos que tenemos de todo y es bueno meterte en un personaje en el cual digas hay que ver en esta posición, porque nosotros no somos corruptos pero también muchas veces me digo que tampoco he tenido muchas oportunidades, no ha venido alguien a decirme oye te doy tres millones y no sé qué. Este personaje ayuda a ver estas cosas que te planteas y sobre todo a entender las cosas un poco más desde dentro. Ves la puta corrupción y es que es un pervertimiento del alma de la persona que es tremendo.

-En el siglo I había corrupción y en el siglo XXI, ¿hay la misma?

-Bueno la diferencia es que en el siglo I te cogían y te mataban. Ahora por lo menos te matan poquito a poco. Es que vemos la vida maravillosa y que tenemos los medios suficientes como para que nadie pasara hambre, frío, ni sed de justicia y seguimos ahí haciendo el gilipollas.

-De cara a esta noche, ¿qué espera de nuevo del teatro romano?

-La verdad es que no sé si debo decirlo, pero a mí me gusta más el público de Mérida que el de Madrid porque es un público más natural, no se las da de nada. Ellos son aficionados, aman su festival, les gusta ir y ver a los actores pero no tienen ya esta cosa resentida o de superioridad. A mí me gustaría que por lo menos lo que dice Séneca cale porque creo que es una obra muy interesante. Yo destaco esta frase: «La legalidad o la ilegalidad de un gobierno no justifica una guerra civil jamás. La nación ha de estar por encima de todas las políticas, no deben sufrir las consecuencias irresponsables de los anhelos personales. Anhelos, que los propios políticos a veces confunden con el bien común y en su egolatría o en su prepotencia se erigen en salvadores de un pueblo, que con su ineptitud acaban por ahogar bajos las aguas». Fíjate si esta frase sirve para entonces y para ahora.