Con un chaleco naranja, pantalones oscuros y zapatos sin calcetines, como cualquier trabajador del Departamento de Higiene de la ciudad, el cantante Boy George empezó ayer a cumplir la condena que le impuso un juez: barrer las calles de Manhattan durante 5 días.

El pasado 7 de octubre, Boy George llamó a la policía alegando que habían entrado a robar en su casa. Pero el plan resultó fallido. Los agentes se dieron cuenta de que el supuesto robo era simulado y, además, encontraron en casa del cantante una pequeña dosis de cocaína.

A Boy George, que alcanzó la fama con Culture Club en los 80, no le ha sentado nada bien tener que coger la escoba en público: "¿Acaso se creen mejores que yo? Váyanse a casa, déjenme hacer mi servicio a la comunidad", gritaba a los medios. Desde las 7 de la mañana, Boy George cumplía su condena rodeado de fotógrafos y curiosos.

El artista británico, que hizo todo lo posible por intentar cambiar la pena, propuso al juez participar en un anuncio de servicio público para adolescentes, hacer de locutor en un acto benéfico para víctimas del sida o dirigir un taller de moda. Todo menos coger la escoba en las calles de la ciudad. Pero el juez se negó a las propuestas del cantante.

Además de componer, Boy George se ha dedicado en los últimos años a escribir libros, a diseñar ropa e incluso a realizar un musical que llegó a Broadway. Estos días se somete a una cura de humildad.