El cine puede transformar la seo de Manresa en la Catedral de Madrid, la helénica isla de Rodas en el Toledo más medieval, a Laia Marull en la misteriosa dama del armiño y a Juan Diego Botto en el intransigente inquisidor Fernando Niño de Guevara.

Todo es posible en ese mundo de ópticas y espejismos en el que ahora habita una superproducción de época como la de El Greco . Todo. Hasta que la reina Sofía, que nació en Atenas, se presente de incógnito en la Basílica de Santa María para presenciar in situ hacía dónde avanza una película que le resulta especialmente cercana, la que dirige un viejo amigo, Iannis Smaragdis.

LA ESPAÑA DEL SIGLO XIV Sucedió el viernes, el último día de rodaje. La Reina pidió discreción, y de esa manera emprendió un viaje hacia la oscura España del siglo XVI, la que enfrentó al pintor griego con los poderes políticos y religiosos de la época, con la mismísima inquisición.

"¿Puede la oscuridad condenar a la luz". Esta frase de El Greco condensa, para el productor Raimon Masllorens, el sentido de una ambiciosa película de 6,5 millones de euros