Imaginación desbordante, mente muy clara, dominio de las imágenes poéticas, gran capacidad narrativa... Estos y otros piropos se ha ganado Helena Curulla, nacida en Barcelona hace 18 años, con la novela fantástica El trono caído , galardonada con el primer Premio Joven Promesa, convocado por Ediciones B para conmemorar el 10 aniversario de la colección La Escritura Desatada.

La obra premiada narra la historia de James, un muchacho cuya vida anodina da un giro radical cuando conoce a Shenak, un extraño ser que le propone un viaje a Lunar-Haial para conocer a la Diosa de las Lunas y pedirle un deseo. Una propuesta que encierra una peligrosa trampa: en realidad, el objetivo del periplo es matar al chico.

Una trama aparentemente sencilla. Pero aquí, como en tantas ocasiones, las apariencias engañan. El lector mayor de 10 años, a quien va destinado el libro, tiene la diversión asegurada; a cambio debe prestar la suficiente atención a un texto con innumerables personajes de resonancias míticas.

Helena Curulla es consciente de ello pero señala que, en todo caso, "todo depende del niño". Cuando terminó el texto pensó que la complejidad de algunos sentimientos reflejados en él lo hacían más adecuado para personas mayores. "Me equivoqué", señala. "Mi hermana pequeña, de 10 años, lo está leyendo y lo entiende perfectamente. Creo que es un libro al alcance de cualquier niño de más de 10 años".

Poco años más tenía Helena cuando empezó a escribir El trono caído . Sus primeros pinitos con la literatura los hizo a los 11 años, y a los 14 ya se puso manos a la obra con esta novela. "Tardé unos tres meses en escribirla, dedicándole prácticamente todo mi tiempo libre". Luego solo hizo algunas correcciones. Para ello contó con el valioso apoyo de su profesora de castellano, que siempre le ha alentado a escribir. "Me traía las bases de los concursos literarios y ha sido una de las personas que más me ha animado".

Hacía tiempo que los personajes rondaban por su cabeza. De ahí que "la obra casi se escribiera sola". "Hice la novela que me hubiera gustado leer pero como nadie se decidía a escribirla, lo hice yo", admite la joven narradora antes de asegurar que nunca ha querido ofrecer ejemplos moralizantes: "No pretendo enseñar nada. Cuando escribo solo busco divertirme y divertir a los que me leen; si además aprenden algo, pues mucho mejor".

Curiosamente, James, el protagonista de la novela, es la criatura que le resulta más repulsiva. "Conforme iba avanzando la historia me iba cayendo peor; por eso lo fui borrando del mapa poco a poco. Hay un momento en el que se va del continente, poco después de la mitad del libro, para conocer a Tempus y allí casi pierde el protagonismo". En cambio, y por raro que parezca, con quien más se identifica es con Luchían, un licántropo (hombre lobo) que va adquiriendo relevancia paulatinamente.

¿Y cómo se le ocurrieron los sonoros nombres de las decenas de personajes que aparecen en el libro? "Muy sencillo --dice Helena--. Mi padre tiene cerca del ordenador una colección de botellitas de licor. De ahí saqué los nombres combinando las letras casi al azar". ¿Y el complicado idioma de los licántropos? Otro juego de niños: las frases están escritas en castellano pero al revés.