El diestro Raúl Gracia 'el Tato', herido grave el pasado sábado en Barcelona, se recupera de la cornada sufrida de forma "sorprendente", según el doctor Enrique Sierra Gil, por lo que hoy ha sido autorizado a trasladarse a Zaragoza para continuar su convalecencia en una clínica de la capital aragonesa.

'El Tato' dejó esta mañana la clínica Nuestra Señora del Remedio de la Ciudad Condal, tras su "buena evolución" de la región axilar operada, explicó Sierra-Gil, cirujano-jefe de la enfermería de la plaza de toros barcelonesa.

La cornada, más grave de lo que en principio se pensó, por haber penetrado el pitón por una zona muy disimulada, la axila, presentaba tres trayectorias, "una hacia adentro, otra de ocho centímetros postbraquial y una última superficial de seis centímetros", según el doctor Sierra, que operó al herido en la misma enfermería de la plaza y posteriormente ha seguido su evolución.

El torero proseguirá ahora su restablecimiento bajo supervisión del doctor Carlos Val-Carreres, en un centro asistencial de su ciudad, Zaragoza.

'El Tato' ya ha manifestado su deseo de reaparecer el próximo día 11 de octubre, en la Feria del Pilar, en Zaragoza, lo que, en opinión del doctor Sierra Gil, "dependerá de su definitiva evolución y del restablecimiento completo de sus facultades".

El diestro aragonés fue herido al entrar a matar al segundo de su lote, de la ganadería de Zalduendo. Tras dejar la espada clavada en el toro, 'el Tato se retiró con gesto de dolor a la enfermería, donde se le apreció la cornada con tres trayectorias.

'El Tato', que sustituía a Manzanares en el cartel, había cuajado una buena actuación. Recibió al toro que abrió plaza con una larga cambiada de rodillas en el tercio, y arrebatadores lances a la verónica. En la faena de muleta instrumentó tandas por los dos pitones de extraordinaria largura y temple. Sin embargo, el pinchazo previo a la estocada enfrió el ambiente. Aun con todo, fue ovacionado.

Con el cuarto mejoró, muy comprometido y valiente con un toro que no terminaba de pasar, y al que, a base de firmeza, consiguió ganarle la acción para torearlo con notable enjundia. Al entrar a matar por segunda vez, fue prendido de la axila. Cortó una oreja que paseó su cuadrilla, mientras él pasaba a la enfermería.