No fueron los 10 anunciados sino ocho los músicos que acompañaron a Little Richard en su primer concierto en España en más de medio siglo de carrera, el sábado por la noche en el festival Crossroad de Gijón. Mas no hay nada que objetar a la banda, con dos baterías y uniformada de luto riguroso, que empezó el pase con un musculoso y propulsor instrumental de rhythm and blues escorado hacia el funk cinematográfico y puntuado por bramidos de saxo remotamente free-jazzísticos. Tenía buena pinta la velada asturiana.

La estrella, uno de los grandes rockers originales y sin duda el campeón de la quinta en cuanto a exuberancia y chifladura, salió al escenario al término del número. Lo hizo por el lado más alejado de su piano de cola y caminó hasta éste a pequeños, débiles pasos, un aviso de lo que sería su actuación. Ya en la primera canción, Good golly miss Molly , se puso de manifiesto que no tiene ni la voz ni la energía suficientes para afrontar su electrizante cancionero de la década de 1950, cimentado en el grito histérico y la intensidad ígnea. No faltaron Tutti frutti , Lucille ni Keep a knockin .