Juan Margallo se presentó ayer con su bagaje a cuestas. Habló de su trayectoria (que no dio por sabida, algo insólito en alguien que forma parte de la memoria teatral española) y habló también de su vida en Cáceres, de donde salió a los 20 años para ser actor. Como su padre era militar y nunca hubiera aceptado que su hijo se metiera en la farándula, Margallo aceptó cursar perito industrial. Pero a las primeras de cambios viajó a Madrid y se volcó en los escenarios: el teatro independiente, Tábano, El Gayo Vallecano, el montaje prohibido de ´Castañuela 70´... fueron jalones destacados de una vida compartida con la actriz Petra Martínez. En ocasiones realizó montajes con pocos personajes "por falta de presupuesto". Y siempre con una entrega superior a la imaginable. "Nos autoexplotábamos para mantenernos", dice. Hoy, Margallo mantiene su ligazón con Extremadura. Cuando puede escapa a Cáceres o a Montánchez, donde sus abuelos tienen casa.