El extremeño Luis Landero tiene nuevo libro en las librerías. La vida negociable es el título de la última novela de un escritor convencido de que, como dice Woody Allen, «comedia es igual a tragedia más tiempo» porque la sociedad se va acostumbrando al mal de tal forma que la «pesadilla» que es el presidente norteamericano Donald Trump será vista como algo normal.

En una entrevista con Efe, Landero (Alburquerque, Badajoz, 1948), Premio Nacional de la Crítica y de Narrativa, habla en su novela, editada por Tusquets, de la negociación de la culpa y del poder que da un secreto.

Una novela que el autor considera «agridulce» como la vida real, en la que junto a guerras y penas hay cosas como la «tortilla de patatas»: la obra partió, explica, de una idea antigua que tenía para situar a un joven de 14 o 15 años en una encrucijada en la que tuviera que elegir entre el bien y el mal y con la que perdiera la inocencia.

El protagonista es Hugo, un joven que puede ser considerado bueno pero descubre un secreto, la probable infidelidad de su madre, y lo utiliza como pretexto, indica el autor, que asegura: «cuando te enfrentas al mal puedes ser un canalla o un santo. El mal es muy tentador y, ante la tentación, si eres creyente, negocias con Dios a través de un sacerdote, pero si no eres creyente, te tienes que absolver a ti mismo».

Se inicia así en la vida del protagonista el juego de negociar con la culpa: «la culpa duele mucho pero con el tiempo cada vez menos, hasta que se difumina», explica Landero, que recuerda cómo al principio de la crisis de los refugiados «dolía mucho» verlos pero con el tiempo «cada vez duelen menos».

«Uno se acomoda y se acostumbra al mal. El mal se normaliza y Donald Trump se convertirá en algo normal, a pesar de que es una anomalía terrible». añade.

Y la «pesadilla del presidente estadounidense se normalizará”»como lo hicieron «otras pesadillas» como, por ejemplo, fue Berlusconi, indica.

Así, Landero recuerda cómo toda la obra del cineasta Woody Allen gira entorno a la culpa y subraya la cita de uno de sus personajes en la película Delitos y faltas: «comedia es igual a tragedia más tiempo».

EL PODER DEL MIEDO / «Lo que define el mundo actual es el miedo a perder lo que tenemos, al futuro y negociamos con el diablo para que nos mantenga el estatus. Incluso los que tienen poco lo hacen. Pero el miedo hace que se negocie hacia abajo y de ahí salen Trump y la ultraderecha que avanza en Europa», sostiene.

Aunque «todos somos un poco pícaros morales y nos absolvemos a diario», para Landero hay una línea divisoria cuando se negocia «con los bajos fondos del alma» porque si se rebasa esa frontera, uno se convierte en un canalla.

El protagonista de La vida negociable es «un hombre inútil», y la novela podrían ser «las memorias de un hombre inútil», una persona que intenta huir de su destino que es ser peluquero y lo considera como una fatalidad.

Hugo juega al perro y al gato con su destino «pero la peluquería le persigue», igual que lo hace con Leo, su pareja, una relación con la que el autor de El balcón en invierno ha querido indagar en el misterio del amor: «hay amores extraños y difíciles que, a pesar de eso, existen».

Landero se declara «pesimista tibio» respecto al futuro de la literatura: hay tres clases de escritores, dice, los optimistas, que creen que todo va bien y que cada vez se lee más; los hay tibios para los que la lectura va en decadencia pero todavía hay ocasión para una minoría y, por último, están los apocalípticos, que aseguran que los bárbaros nos inundan y que ha llegado el final.

«Yo zapeo entre las tres posturas aunque soy más bien pesimista», sostiene el autor de la premiada Juegos de la edad tardía que considera que existe un «divorcio» entre la escuela y la sociedad: «lo que los jóvenes aprenden en el instituto, la televisión se encarga de destruir: la televisión es un puro veneno».