Por morbo. Por curiosidad. Por pasar la tarde. Por escuchar música española. Pero, sobre todo, por pasión. Isabel Pantoja puede respirar tranquila. El público la ama. Miles de personas se lo demostraron ayer en Valladolid, donde la tonadillera ofreció un concierto gratuito con motivo de las fiestas patronales y por el que ella cobró unos 60.000 euros de un patrocinador privado. Con bata de cola naranja, la cabeza muy alta y el gesto firme, abrió fuego con dos clásicos, el pasodoble Francisco alegre y Pena, penita, pena .

La de ayer fue su primera aparición después de que el juez que investiga el caso Malaya la llamara a filas por presunto blanqueo dinero. Tras pagar una fianza de 90.000 euros, salió a la calle diciendo que es "inocente". La misma palabra que ayer utilizaron sus admiradores en la plaza Mayor de Valladolid.

El concierto, para el que el ayuntamiento la había contratado en marzo, comenzó a las diez de la noche. Pero desde primera hora de la tarde ya había fans en primera fila. Su idolatría fue recompensada cuando, a las 19.15 horas, apareció ella, "la más grande", decían.

Con un vestido de flores, pañuelo blanco y gafas de sol, Pantoja acercó su mano al corazón para dejar claro a los suyos que los ama. "Te queremos", le gritaron. "Lo sé, lo sé. Y yo a vosotros", contestó. "Y ahora vamos a cantar, que es lo que hacemos bien". Y eso hizo: deleitar al público con el aperitivo Así fue . Solo era una prueba de sonido, pero Pantoja puso alma en la letra. "Me he enamorado de un ser divino que me enseñó a perdonar y a olvidar", decía.

El público gozó con la aparición de su ídolo. Muchos tararearon la canción para acompañarla. Otros levantaron sus manos para intentar saludarla y otros muchos sacaron sus cámaras de fotos para lograr una imagen.