Hubo un tiempo en que José Luis de Vilallonga y Cabeza de Vaca (Madrid, 1920), marqués de Castellvell, periodista, actor y bon vivant, campaba por el mundo y le ocurrían cosas que dejarían las vivencias de cualquiera a la altura de un corrector del BOE. Su último libro, Políticamente incorrecto (Ediciones B), no sólo es una recopilación de sus artículos en El periódico y La Vanguardia. En él también aparece un tiempo perdido en el que, según cuenta, compartió discusiones con André Malraux, le hizo un masaje en los pies a Henry Miller durante una noche de borrachera y decepcionó a Fellini cuando éste le preguntó si había estado en una orgía y él --mintió-- le dijo que no.

Ahora, Vilallonga apenas sale del despacho que tiene en la casa de su hijo Fabricio, con el que vive. Por no alternar, no lo hace ni con el sol. La persiana permanece bajada. "Prefiero la luz eléctrica", asegura. De los viejos tiempos conserva el bastón aristocrático y el pañuelo al cuello. De los nuevos, una manta en las rodillas y la sensación de ser un deportado del tiempo. "El final de una vida es triste. Yo vivo en un mundo que ya no existe en absoluto. Salgo a la calle y parece que vaya a un país extranjero, sin interés ninguno para mí", asegura el escritor.

Ni la edad ni el exilio lo han amansado. "Al contrario --dice--. Estoy bastante indignado". Le crispa, por ejemplo, que "no se haya entendido nada del Estatut y que se lo hayan tomado como una declaración de independencia". "España no es un país para tirar cohetes y tiene la suerte de que existan Cataluña y el País Vasco. Igual tiene futuro, pero a mí no me entusiasma ser español, no veo muchas razones para estar orgulloso".

El título Políticamente incorrecto no es sólo un gancho en la librería. El marqués sabe que sus opiniones --"a Dios gracias"-- suelen remover en la silla. Por ejemplo. El, grande de España, dice que es "monárquico genéticamente", porque lo fue su abuelo y su bisabuelo. "Sin embargo, pienso que la idea de la monarquía es anacrónica. No veo que tenga un fundamento lógico el hecho de que un señor sea rey porque le cae una corona del cielo. Ojalá todos fueran como Juan Carlos", afirma el biógrafo del Rey, del que dice que es "listo como una ardilla". El Príncipe, dice, le interesa menos que Letizia. "Ella es muy inteligente, muy consciente de su paso y parece que está preparada".

Hace ya muchas décadas que Vilallonga empezó a escribir el personaje que es y cuyo nacimiento, más o menos, data el día en que su padre se "puso pálido" cuando él, con 16 años, le dijo que quería ser periodista. "Yo estaba programado para ser general a los 40". Sin embargo, prefirió París y un tipo de vida que ha dado para tres tomos de biografía.

"¿Que si alguna vez he fabulado? Sí, claro, si no, no le habría interesado a nadie", aclara Vilallonga. La muerte, cuenta, no le preocupa para nada: "Espero que sea apacible".