No es la primera vez que se encontraban. Ni será la última. Uno, el veterano, porque tiene la sensación de estar apadrinando, en la distancia, a un niño del que todo el mundo le ha contado lindezas y al que ha decidido seguirle la pista para saber si es verdad que ese niño es tan bueno. El otro, el joven, el quinceañero, el novato, se confiesa, de vez en cuando, con el jefe del paddock del Mundial, cuyo cuarto gran premio de la temporada, el de China, se habrá corrido esta madrugada en Shanghái.

El caso es que ayer, a las cuatro en punto de la tarde, una vez concluidos los últimos entrenamientos oficiales, en los que ni uno ni otro tuvieron demasiada suerte, Alex Barros, de 36 años, y Pol Espargaró, de 15, estuvieron conversando por espacio de media hora de sus cosas. Les separan 21 años y 251 grandes premios. El veterano brasileño, que hoy partirá octavo en la categoría de MotoGP, mostró su satisfacción porque "al menos" había podido salvar los muebles. Espargaró, conocido por sus amiguetes como Polyccio, prefirió no habar de los entrenamientos. "Me han ido fatal". El campeón de España de 125cc más joven de la historia saldrá en el puesto 18 de la parrilla de 125cc. Para olvidar, sí. Esperemos recordar la carrera de hoy durante años.

Barros: He visto que luces el 44 en tu moto y me han contado, no sé si es cierto, que lo llevas porque querías ponerte el 4, mi número de toda la vida, pero no pudiste. Al final, me voy a creer que llevas siguiéndome desde que empecé.

Espargaró: Desde que empezaste a correr no, porque cuando tu debutaste, en el GP de España de 1986 (no lo sabía, pero lo he mirado), yo todavía no había nacido. Pero, sí es cierto que yo me aficioné a las carreras siguiendo tu pilotaje, me apropié de tu número porque enseguida te convertiste en mi ídolo y, si quieres, también te explicaré por qué te convertí en mi referente.

Barros: Por supuesto que me gustaría saber el origen de este cariño, aunque, la verdad, sea el que sea, me encantará y te lo agradeceré toda mi vida.

Espargaró: Pues en casa, que llevan muchos años sin perderse un gran premio (ya sabes que mi hermano Aleix, de 17 años, también corre), siempre se reían de ti porque, por tu pilotaje aguerrido, atrevido, peleón, solías caerte mucho.

Barros: No creo que me cayese más que los otros novatos o aquellos pilotos que intentaban ganar antes de hora...

Espargaró: El caso es que, en efecto, siempre que veíamos una carrera acababas por los suelos y mi familia se mofaba de ti, con buenas palabras, con cariño, pero en casa nunca faltaba el: ´¡caray, ya se ha vuelto a caer Barros!´´. Y yo, la verdad, decidí defenderte a capa y espada y convertirme en el amigo de Barros, tal vez intentando ser tu ángel de la guarda.

Barros: Alguien pensaba en mí. Te agradezco tu protección.