Esta vez no hubo temporal, pero el mal estado de Balaídos y en concreto su cubierta, sigue dando problemas. La grada Río del estadio del Celta permanecerá cerrada este domingo durante el partido contra el Atlético por decisión del Ayuntamiento de Vigo, propietario del estadio, «por falta de seguridad». El cierre supone que alrededor de 12.500 aficionados celtiñas (7.500 de ellos socios) se queden sin poder ver el encuentro.

El problema surgió a principios de semana, cuando los operarios que revisan las obras de remodelación de un estadio inaugurado en 1928 detectaron que 13 de las barras metálicas de la estructura del módulo central de la cubierta se habían soltado, por lo que fueron retiradas para arreglarlo. Al someter las esferas donde se encajan dichas barras a las pruebas pertinentes los ingenieros confirmaron que no podían garantizar la seguridad este domingo.

Se trata de la misma grada que el 4 de febrero motivó el polémico aplazamiento del choque liguero con el Madrid, que se acabó disputando entre la penúltima y última jornada. Ese mismo graderío ya estuvo cerrado en los amistosos veraniegos contra el Roma y el Udinese, pero por las propias obras.

EL ALCALDE ENTRA EN ESCENA

«Al no tener garantías al mil por mil para la seguridad de las personas decidimos que la grada no se puede utilizar. Es la recomendación que nos hacen los técnicos y la decisión la tomo yo», explicó el locuaz alcalde de Vigo, Abel Caballero. «La probabilidad de que pase algo está por debajo del uno por mil. Las condiciones de seguridad prácticamente permitían abrir la grada, pero a mí el prácticamente no me llega».

El Celta solicitó la suspensión del partido a la LFP, pero la patronal se negó. El club gallego planteó entonces al Atlético la posibilidad de jugar en el Wanda, pero los colchoneros argumentaron que unas obras lo hacían inviable. El Celta devolverá el dinero a quienes hubieran comprado la entrada y compensará a los socios afectados.