CACERES CB 77: Ferrán López (10), Beechum (16), Joffre Lleal (5), Kevin Thompson (25), Gabe Muoneke (12) --cinco inicial-- Dani García (2), Mike Hansen (3), Ariel Eslava (0), Juan Antonio Orenga (4).

J. PARDO FUENLABRADA 79: Berni Hernández (8), Francesc Solana (17), Walter Herrmann (19), Richard Scott (15) y David Wood (8) --cinco inicial-- Palacios (2), Jabier Fernández (0), José Miguel Antúnez (2), Pedro Fernández (8).

MARCADOR CADA CINCO MINUTOS: 15-13, 28-20, 38-30, 44-38 (descanso), 53-47, 59-57, 70-64 y 77-79 (final).

ARBITROS: Amorós, Ortega y Pérez Pizarro. Eliminado: Wood (min. 39).

El Cáceres no saca fruto a su notable baloncesto y, lo que es peor, dilapida estúpidamente su crédito para el final de la liga. Ayer, en un partido que dominó casi siempre y en el que tuvo todo a favor, terminó cediendo ante el Jabones Pardo Fuenlabrada un triunfo capital en sus aspiraciones de permanencia, y más teniendo en cuenta que el Fórum dio la campanada en pista del Estudiantes (79-83).

Tuvo el grupo de Manolo Hussein el éxito en la mano. Todo le salía bien. A su tremenda actitud, se añadió durante tres cuartas partes del choque un acierto inusual durante la temporada. La comunión con la grada fue el otro ingrediente en positivo de la tarde, que terminó inopinadamente en una derrota dolorosa y, visto lo visto, con tintes trágicos, tanto que el equipo vuelve a caer a posiciones de descenso.

El partido pintaba bien desde el principio. Los verdinegros, ante una afición entusiasta y numerosa, tomaron el mando desde el inicio, merced al acierto de Beechum y Thompson y la dirección inteligente de Ferrán. Los locales llegaron a hacer un primer cuarto espectacular, con ventajas de hasta ocho puntos (26-18, a falta de 1.29). Sólo el poderío de Herrmann y Scott mantenía a los fuenlabreños en el encuentro.

EQUILIBRIO

La batalla era frenética y el ritmo de anotación, lanzados los dos equipos al ataque y relajados en defensa, se intuía superior a los 100 puntos. El final del segundo acto, con un quinteto en el que no estaban ni los dos americanos ni Hurl Beechum, fue claramente fuenlabreño. Aprovechó el grupo de Quintana la coyuntura favorable para equilibrar el electrónico, poniéndose incluso por delante en el tercero (55-56, a falta de 1.46).

El encuentro se sosegó, Ferrán tiró del carro verdinegro en un ligero estirón (68-62, a 6.36) y el partido pareció decantarse del lado local. Pero Hussein, en anteriores partidos intuitivo y acertado, tomó el camino equivocado: sacó a la pista a Gabe Muoneke, en detrimento de Dani García u Orenga, para la disputa de los últimos minutos. Craso error: el pívot, que siempre eligió la peor opción, encadenó una serie de fallos que costaron el partido, sin paliativos. Ni el ingente trabajo de Ferrán ni la efectividad de Kevin Thompson sirvieron para conservar las distancias, que llegaron a ser de seis puntos a falta de cinco minutos (70-64).

El Fuenlabrada se encontró, casi sin quererlo, con todas sus opciones para ganar. Tomó la delantera a falta de 43 segundos (73-74), erró Muoneke y Solana encadenó cinco tiros libres mortales de necesidad. Su último fallo dio alguna oportunidad a los cacereños, pero el final, estaba escrito, tenía que ser aciago.

El palo al público y al equipo fue de época. Media hora después, cuando se supo el resultado del encuentro del pabellón Vista Alegre, el disgusto alcanzó mayores proporciones. La permanencia se complica extraordinariamente justamente cuando las circunstancias se habían puesto mejor: el equipo ya juega bien y el público vuelve al multiusos. La derrota de ayer puede ser recordada durante mucho tiempo. Al menos, quedará la esperanza de que Girona pierda hoy. Poco bagaje sería para un fin de semana negro.