Desde que Oscar Pereiro se fugó en el Tour del 2006 camino de Montélimar no se había visto nada igual en el ciclismo. Aquella escapada recompensó al corredor gallego con el triunfo en la ronda francesa. El Giro del 2010, el de la lluvia, el barrizal, las caídas y los descensos peligrosos, parecía condenado al tedio, a un duelo entre Alexandre Vinokurov, hasta ayer líder, y el campeón del mundo, Cadel Evans. Pero el ciclismo es el deporte de la improvisación, de lo inesperado, de hacer buenas etapas condenadas al aburrimiento y de convertir en realidad los sueños de ciclistas como Carlos Sastre, Xavier Tondo y David Arroyo, que ahora se encuentran con las opciones intactas de ganar la carrera italiana al final en Verona.

La jornada de ayer del Giro debía convertirse, en L´Aquila, en un homenaje a las víctimas del terremoto que arrasó hace un año el centro de Italia. Casas caídas, miseria y mucha gente que lo perdió todo. Nada menos que 262 kilómetros programados, una cifra más de clásica que de etapa de una gran ronda. En el kilómetro 20 se formó una escapada de medio pelotón, 50 corredores. Sastre, pillo como pocos, se coló en la misma, e igual hicieron su compañero Tondo y Arroyo, el líder del Caisse d´Epargne. Por detrás, lejos de reaccionar, el resto de figuras de la prueba (Vinokurov, Evans, Nibali y Basso), en vez de recuperar, cada vez fueron cediendo más y más tiempo, nada menos que 12.42 minutos en la meta de L´Aquila donde venció el ruso Evgeni Petrov.

Sastre, tercero hace un año en Italia y vencedor del Tour del 2008, estaba pasando por un verdadero martirio en este Giro. El día que no se caía, lo pillaba la lluvia, cogía una pájara o pinchaba y le era imposible enlazar con el pelotón de la carrera. Dijo el abulense en la salida de Amsterdam que no descartaba la victoria. Hasta ayer tenía 10 minutos perdidos y las ilusiones enterradas. A partir de hoy, con un extraordinario menú de montaña que comienza el sábado, no solo ha recuperado la fe y la confianza en sí mismo sino que pasa a ser el gran favorito para alzarse con la victoria final.