En el jersey dorado de la Vuelta se ha escrito un lema. Por el juego limpio. Posiblemente si los organizadores de la ronda española hubiesen encontrado un patrocinador principal no habrían tenido la idea. Corren malos tiempos. Y por ello, en vez de lucir un maillot de líder en blanco, con la única publicidad del equipo del titular de la prenda, Unipublic, empresa propietaria de la carrera, quiso recordar a los ciclistas que la situación no está para hacer tonterías, burradas o atrocidades como la que cometió Floyd Landis en el Tour. Una locura que impidió a Carlos Sastre, desde ayer líder de la prueba española, participar de la fiesta de los Campos Elíseos.

Sastre se lo pensó mucho antes de dar el sí a la Vuelta. Era lógico. Estuvo en el Giro y peleó por la victoria en el Tour hasta el penúltimo día, cuando las fuerzas no le acompañaron lo suficiente en la crono final. El juego sucio de Landis le impidió ascender a la tercera plaza del podio de París. Oscar Pereiro, vencedor virtual del Tour, al menos pudo hacerse la foto con su hijo Juan en los brazos. Sastre, en cambio, a esa hora, se duchaba en el autocar del CSC.

Y fue el CSC, o mejor dicho sus "motos", tal como dijo Sastre, ciclistas de envergadura y fuerza como Fabian Cancellara, los que lo impulsaron hacia la primera plaza de la Vuelta. Siete segundos tomó la escuadra danesa al Caisse d´Epargne, el conjunto de Pereiro y Alejandro Valverde. Las cartas ya se pusieron boca arriba desde el primer kilómetro. No hubo bromas, en una contrarreloj por equipos de corto recorrido --siete kilómetros--, pero que resultó muy divertida, sobre todo para los malagueños que se citaron en la calle para seguir la Vuelta a España en un horario inhabitual.

EN BUSCA DE AUDIENCIA Hasta ahora, a las 7 de la tarde, en Málaga, solo se habían celebrado corridas, partidos, procesiones o manifestaciones, pero nunca una carrera ciclista. Con el cambio horario se buscó una mayor presencia de público y una mejor audiencia televisiva.

Hasta pudieron escucharse bromas en la meta, como cuando Valverde, tras pasar control antidopaje como líder de la liga mundial (UCI Pro Tour), exclamó que ya era de noche. Oscureció mientras Sastre recibía el jersey dorado, mientras sus compañeros del CSC celebraban la victoria, o mientras Txente García Acosta, el elegido del Caisse d´Epargne para vestirse de líder, se marchaba hacia el hotel con la desolación de no haber cumplido un sueño.

LA NORMA En las contrarrelojes por equipo se viste de líder, si el jersey está en juego, el corredor de la escuadra que cruza la meta en primer lugar. Normalmente los directores deportivos designan al afortunado antes de partir. "Yo quise que fuera Sastre por el extraordinario trabajo que está haciendo esta temporada", explicó Bjarne Riis, técnico del CSC. Por eso, sus compañeros que le precedían giraron la cabeza y lo buscaron cuando apenas faltaban 200 metros para la llegada. Era un premio. Era bueno para el CSC que fuera su líder español el elegido y sin duda también para la Vuelta.

"Jamás como profesional me había vestido de líder", explicó Sastre. A sus 31 años ha trabajado demasiado para otros. El Tour, como a Pereiro, le ha cambiado el rumbo profesional. Ahora ha acudido a la Vuelta con el ánimo de ganarla. Hace un año ya fue segundo (contando la descalificación de Heras). Hoy lucirá el lema de juego limpio en los costados de su jersey de líder. Juego limpio, qué palabra más bonita para una Vuelta que promete ser divertida si nadie pierde los papeles.