Una cena en familia fue la mejor terapia para los jugadores de la selección española de baloncesto tras su inesperada derrota en la final del Eurobásquet. Fue difícil para los jugadores encajar el golpe, pero rápidamente recibieron el calor del público del Palacio Municipal de Deportes y de centenares de aficionados que los aguardaban al pie del autocar y también en la plaza de Colón de Madrid, donde cerca de 5.000 personas acudieron para seguir el encuentro en un videomarcador. Hasta allí se desplazó el equipo el domingo por la noche antes de acudir a un restaurante en el que compartieron cena con los representantes de la federación, con amigos y familiares.

"El deporte es así y también tienes que aceptarlo cuando pierdes. Nos hubiera gustado ganar solo por ofrecer el triunfo a la gente que nos ha estado apoyando", explicó el seleccionador Pepu Hernández.

"Supongo que cuando pase un poco de tiempo, valoraremos más esta medalla, pero yo personalmente soy muy ambicioso y quería el oro", se lamentó Pau Gasol, uno de los referentes del equipo, sentado en la mesa junto a su hermano Marc y a escasos metros de su padre, Agustí.