Joan Laporta, Frank Rijkaard, los jugadores y la afición, lo que va de la cabeza visible del Barcelona a su masa social, admiten de viva voz, en conversaciones privadas o en segundas lecturas, que descuentan en su calendario los partidos que quedan para finalizar la Liga y que contemplan cada uno de ellos como una final que debe llevarles al soñado título.

"Ya sólo quedan diez", manifestó abiertamente Laporta al término del encuentro ante el Athletic de Bilbao (2-0), que sitúa provisionalmente a los barcelonistas con once puntos de ventaja sobre el Real Madrid, segundo clasificado.

Frank Rijkaard, más asentado en los tópicos del fútbol, prefiere hablar de ese "partido a partido" que debe llevarlo al título. Saldado con éxito el compromiso ante el Athletic de Bilbao, al Barcelona le quedan otros dos en los que, en principio, los rivales son más complicados que los que se medirán al Real Madrid.

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Mientras los azulgranas visitarán en la próxima jornada Riazor, los madridistas recibirán al Málaga y, una semana después, los primeros se enfrentarán en el Camp Nou al Betis, mientras que los segundos se desplazarán a Albacete. La trascendencia de la victoria de este domingo es que, en el peor de los casos, el Barcelona tiene garantizado que visitará el Bernabéu en calidad de líder.

De salirle las cosas redondas al Real Madrid, los azulgranas podrían perder esa primera posición en el feudo del eterno rival, ya que llegarían allí con una exigua ventaja de dos puntos, pero por lo que se ha visto hasta el momento ese no es el pronóstico que marca la tendencia de uno y otro equipo.

Tras el clásico, el calendario se equipara en cuanto a dificultad para unos y otros, con la visita a Valencia como el compromiso más complicado para el Barcelona en la jornada 35.

A cambio, el Real Madrid deberá lidiar en la penúltima semana de competición con el Atlético de Madrid, aunque quizá la línea de dificultad en ese tramo final de la Liga marca un punto más de inflexión en el caso del Real Madrid que, en la jornada 36, se desplaza al Sánchez Pizjuán.