Hace tan sólo dos años era jugador de Segunda B y su equipo, el Cacereño, apuntaba hacia Tercera. Pero a Enrique le sonrió la fortuna, el Cádiz le rescató para el fútbol y ahora lo ha llevado a la galaxia de la Liga de las estrellas. Todo nació en aquellos enfrentamientos entre amarillos y verdes de hace cuatro temporadas y Jose González, por entonces entrenador cadista, se fijó en su velocidad y desborde.

Seguro que en la tacita de plata todavía se lo agradecen, porque Enrique ha sido pieza clave en el ascenso la temporada pasada a Primera División, pese a no empezar como titular, y ahora está siendo indiscutible en las alineaciones de Víctor Espárrago. Pero el gol que le hizo el domingo al Athletic de Bilbao en Carranza le ha abierto un hueco entre los grandes e incluso tras el partido varios aficionados vascos le reclamaban un autógrafo como la de cualquier figura de la Liga española. A él el gol no se le olvidará con facilidad: "No sé ni cómo la metí", bromea. "La verdad es que me llegó el balón, miré y vi el hueco. El balón entró y ha sido muy importante para mí y sobre todo para el equipo", rememora emocionado y agradecido porque se lo recuerden desde su tierra. Incluso el lunes tuvo la oportunidad de charlar con Angel Marcos, su entrenador en el Cacereño, en una tertulia en Cope Cádiz, lo que le llenó de emoción.

Ambiciones

Pero Enrique no se para ahí y va más allá. "Sí, claro que pienso en la selección. Hace unos años, cuando jugaba en Tercera ¿quién me iba a decir que llegaría a Primera?. Pues si llegué, ¿por qué no pensar en el combinado nacional?. Esa ilusión nunca se pierde, aunque para ello hay que hacerlo muy bien y que los que juegan en la misma posición no estén demasiado bien".