Malos tiempos. Soplan, sin ningún género de dudas, malos vientos para el fútbol extremeño. De un tiempo a esta parte, el balompié regional se halla en una dimensión desconocida. Dando palos de ciego en pos de la identidad perdida. Los buenos tiempos cada vez son más viejos; la memoria pierde consistencia. Y el inicio del nuevo curso no augura nada nuevo. Las mismas carencias, amplificadas, de años atrás, una notable falta de capacidad para ilusionar y la sensación de que nuestros equipos compiten siempre mirando hacia arriba, como si el repecho de la competición fuera más empinado en este rincón del oeste peninsular.

No hay más que mirar la competición nacional. Ojeamos los rotativos del lunes y hay que llegar a la Segunda B para encontrar los primeros representantes. Son las migajas del pastel. Pero lo peor no acaba ahí. El Extremadura, otrora bendito Extremadura, es el más aplicado de los clubes. El domingo tuvo la posibilidad de encaramarse arriba, pero falló en casa del Marbella. Conclusión: décimo en la clasificación del grupo IV. ¿El resto? Mejor ahorrar adjetivos. Mérida, undécimo, y Villanovense y Cerro, nuevos en la categoría de bronce, liderando la clasificación por el lado de los torpes.

El propio Puebla, de Superliga femenina, uno de nuestros más insignes valedores, fue vapuleado en el estreno liguero. Flecha Negra, Extremadura y Badajoz, en División de Honor de juveniles también residen en los puestos bajos. La Tercera se prevé emocionante, pero, hoy por hoy, es lo que hay. Históricos venidos a menos y presupuestos sonrojantes. Poco, muy poco, para que los aficionados se enganchen... al menos, de momento.