El todavía presidente del Cáceres 2016, Felipe Fernández, manifestó ayer estar "totalmente dispuesto" a colaborar con los directivos que tomen el relevo, si es que finalmente se desbloquea la situación antes del 30 de junio, fecha en la que, oficialmente, tanto él como sus más estrechos colaboradores, se marcharán de la entidad. Fernández reconoció a este diario que "no hay vuelta atrás" y asumió que, de haberse concretado hace casi dos meses la ayuda municipal que ahora se anuncia, él se hubiera quedado como máximo mandatario de la entidad.

"Al 100 por 100", cifró las posibilidades de concretar su marcha el presidente, localizado ayer en su retiro de la costa onubense. "Estoy muy cansado y lo tengo decidido totalmente", reiteró Fernández, que añadió: "por supuesto que ayudaremos a los que lleguen con toda la documentación, ya que los papeles están preparados", manifestó.

PRESIONES Felipe Fernández asumió que está recibiendo presiones, tanto mediáticas como políticas para que siga al mando del Cáceres. "Me da mucha pena porque a mí me gusta mucho esto, pero se lo tenían que haber pensado mucho antes", dijo, en relación a la decisión política, que no circunscribió sólo al gobierno del PP de José María Saponi, sino también al PSOE. "Soy un tío de principios y he tomado una decisión de la que no me voy a volver atrás", enfatizó.

Durante los últimos días, Fernández reconoce haber recibido llamadas de "mucha gente" para que recapacite en su decisión de marcharse. Remiso a dar nombres, asume que el presidente de la Diputación, Juan Andrés Tovar, ha hablado con él sobre el club y su marcha, "pero no como presidente, sino como amigo mío y sí, hemos comido hace poco, ya está. ¿Que qué me han dicho? Nada, que haga lo mejor para mi familia, como suelen hacer los amigos". Otro que le ha telefoneado ha sido el expresidente verdinegro, José María Bermejo, aunque quien más ha insistido está claro: el concejal de Deportes, Lázaro García.