Las calles más céntricas de Stuttgart fueron escenario de una auténtica lección de hermandad entre las aficiones mediterráneas de España y Túnez.

Cerca de 40.000 españoles y 15.000 del país norteafricano, según cálculos policiales, protagonizaron una madrugada y un día muy animado, con rivalidad de cánticos pero un trato de respeto exquisito entre dos pueblos que tienen en común el mar Mediterráneo.

Un millar de policías se encargaron de mantener el orden, entre ellos agentes uniformados españoles y tunecinos.

Los que más se dejaron ver y escuchar han sido los españoles con sus banderas rojas y amarillas y sus cánticos, como el ya clásico a por ellos, oe .

Konigstrasse, la calle peatonal comercial por excelencia de Stuttgart, Schlossplatz y sus aledaños vivieron una riada excitante de aficionados de uno y otro equipo, que departieron amistosamente, se fotografiaron y hermanaron con deseos deportivos, lógicamente, contrarios.

El hotel donde se concentró la selección española, situado frente a la estación y a unos doscientos metros de Konigstrasse, permaneció cercado de manera continua por aficionados españoles, quienes no han escatimado muestras de cariño hacia el equipo de Luis Aragonés.

Procedentes de toda España, con presencia extremeña, y muchas zonas de Europa, Stuttgart volvió a vivir un día en el que la afición de la furia roja dio una lección, como ocurrió en el primer partido del Mundial ante Ucrania en Leipzig.

Hasta las camareras y los camareros se esmeraban en encontrar traductores al español para explicar los platos que ofrecían, principalmente en una zona muy bella con típicos puestos y terrazas de comida típica, para entenderse con los clientes.

Entre cántico y cántico, fotografía y compra de recuerdos, los seguidores españoles dejaron pasar la mañana y a la hora de almorzar degustaron las tradicionales salchichas y otros platos de la zona, todos regados con su correspondiente vino, cerveza o refresco, porque la jornada salió calurosa y hasta bochornosa.