"Para mí era un dios. Me ayudó muchísimo, estaba siempre pendiente, me guiaba en los entrenamientos, me mandaba lo que tenía que hacer por correo y era muy respetado y querido por todos". El cacereño Lázaro García fue el primer --y que conste oficialmente-- único extremeño que ha estado a las órdenes de Manuel Pascua, el entrenador más conocido involucrado en la Operación Galgo.

Era la década de los 70 y García, actual concejal del PP en el Ayuntamiento de Cáceres y máximo responsable del PP en materia deportiva en la comunidad, era la más firme promesa-realidad del atletismo extremeño. "Entonces no había medios. Corría en la calle y hasta las pesas me las tenía que fabricar yo con botes de tomate", relata a este diario.

Un buen día, recibió un ofrecimiento de Pascua para entrenar en las instalaciones del club Vallehermoso, en Madrid, "que entonces era el más importante de España, con el Barcelona". A partir de entonces, García inició una exitosa carrera que le llevó a ser campeón de España y subcampeón continental de clubs. Se inició en los 400 metros y después acabó en 200.

"Llevaba sobre todo velocistas. Yo le estoy muy agradecido porque fue el que me enseñó a correr. Y no solamente para mí: era un dios para todos los atletas". García, que estuvo con Pascua "cuatro o cinco años" y que después fue entrenado por Julio Bravo y Paco López, tuvo que retirarse por un problema de pubis. "Te voy a hacer el mejor corredor de Europa", asegura que le espetó Pascua. Su lesión le impidió estar en Moscú 80, cuenta.

Lázaro García señala que, desconociendo la realidad del dopaje en la que se ha involcrado a su extécnico ("vamos a esperar a ver qué ocurre con las investigaciones"), dice que la única ayuda ´extra´ que recibió en su día procedía de su madre. "Me daba vino Quina Santa Catalina y huevo batido, que decía que era muy bueno", asevera.