Mitad de año, mitad de Mundial. Los hay más campeones, como Valentino Rossi (Yamaha). Y los hay, por supuesto, más veloces, como Casey Stoner (Ducati), vencedor arrollador en los dos últimos grandes premios, hace algunos días en Inglaterra y ayer, en Holanda. Pero el campeonato cruza su ecuador con un sólido líder en el Mundial de MotoGP, el catalán Dani Pedrosa (Honda), que ayer sucumbió al enorme poder de Bridgestoner pero aprovechó, con la habilidad de siempre, la picardía que se le supone y el manual del buen candidato el error que cometió el Doctor en la tercera curva de la catedral de Assen para arrebatarle el liderato de la categoría reina.

Los tres tenores de MotoGP han decidido afrontar, cada uno con su estilo, la lucha por la victoria final. La posibilidad de que, un día u otro, más pronto que tarde, Jorge Lorenzo, el rookie que admiró al mundo en el arranque de la temporada y ahora se repone de la colección de sustos mayúsculos que se ha dado, se añada a la pelea hace que tanto en los nueve grandes premios que han pasado como en los nueve que restan puntuar sea la clave para alcanzar el cetro. De ahí que, mientras Pedrosa utilizaba ayer la calculadora, Rossi se levantase, cogiese su maltrecha Yamaha y, con el manillar torcido y sin palanca de cambio, subiendo y bajando marchas a patadas, terminase undécimo y sumase cinco preciosos y vitales puntos.

NECESIDAD DE GANAR La carrera de ayer en la catedral demuestra que la estrategia de Pedrosa puede ser válida para la primera parte del campeonato, pero la espectacular mejora experimentada por Ducati añadirá mayor valor a las victorias. El podio puede mantener arriba pero no garantiza el título. Pedrosa, que en nueve carreras ha visitado en ocho ocasiones el cajón (dos veces más que Stoner y una más que Rossi), ha sumado dos victorias (Jerez y Montmeló) por tres del australiano y del italiano.

Quedan otra nueve citas y las espadas están en todo lo alto. Ayer, en la catedral, no hubo carrera. Stoner, como estaba previsto, en seco o en mojado, frente a Rossi o ante Pedrosa, desapareció nada más apagarse los semáforos. El tricampeón catalán arrancó como nunca, perdón, como siempre, pero el campeón australiano se hizo ya con el mando al cruzar por primera vez la meta. Y, a partir de ahí, adiós muy buenas. "Era muy superior a nosotros y se fue, se fue, se fue hasta que lo perdí en el horizonte", relató Pedrosa.

BAUTISTA, MAGISTRAL Mientras tanto, en 250 centímetros cúbicos, Alvaro Bautista, que mereció ganar las dos últimas carreras disputadas en los trazados de Montmeló y Donington, donde fue segundo y tercero por auténtica mala suerte, realizó ayer una nueva exhibición de poder. Tras cruzar la meta en octava posición en la primera vuelta, dejó que el suizo Thomas Luthi (Aprilia) tomase el mando de la carrera cuando el dudoso cielo holandés empezó con su tradicional chirimiri sobre la catedral.

"Pensé, déjale que vaya delante pues, si la pista se moja y empeora, él te servirá de liebre para detectar los puntos complicados", pensó Bautista mientras perseguía su segunda victoria del año tras Estoril. Al comprobar que la lluvia era de broma, Bati retorció la muñeca derecha y empezó a devorar rival tras rival.

Primero, Héctor Barberá; luego, de una sola tacada, Mika Kallio y Aleix Espargaró; a continuación, Alex Debón y, finalmente, a falta de seis vueltas, a su liebre, a Luthi.

Bautista, como Stoner, está aún lejos del líder del cuarto de litro, Mika Kallio (KTM), pero su calidad le mantiene como claro favorito. Quiere, y puede, ganar llegando desde atrás. El sí.

Mientras, Olivé fue segundo en 125 centímetros cúbicos y es tercero en la clasificación.